El valenciano Adrián G. Sebastián tiene un trabajo peculiar. De esos que cada día cuentan una historia nueva al llegar a casa y sobre todo una canción nueva. Mientras en las puertas del hotel o de la plaza de toros los fans esperan pacientes la salida de sus ídolos durante horas o días, este valenciano se codea con ellos.

Se le podría considerar el «chófer de las estrellas», puesto que en sus furgonetas se han sentado artistas como Pablo Alborán, Enrique Bunbury, Violeta, Steve Vai, el dj Steve Aoki, Richie Ramone, Macaco, Calle 13, Presuntos Implicados, Tony Hadley (Spandau Ballet), a los Blues Brothers, Sepultura, Love of Lesbian, Abraham Mateo...

Un día Adrián decidió fundar su empresa Rock Runner, que si bien no sólo realiza servicios a músicos, sí son una parte importante de su negocio, y desde luego es la más llamativa.

Al preguntarle sobre cómo se le ocurrió la idea de fundar tal negocio Adrián explica que fue «como un proceso natural». «Echando la vista atrás, desde bien joven me he sentido atraído por todo lo que rodea a la música, como son los backstages, las pruebas de sonido, las giras...».

«Recuerdo con 18 años colarme en la parte de atrás de los escenarios en cada concierto que asistía porque es donde realmente estaba a gusto y eso ha derivado en mi actual servicio logístico al mundo del rock», indica Adrián, quien es bien conocido en el circuito de la música valenciana.

Así, recuerda que «desde los 22 años llevo acompañando a bandas en sus desplazamientos, hasta que en 2011 pude profesionalizar mis servicios como chófer de artistas como Rock Runner Valencia».

Persecución de fans

Inevitablemente, acompañar a artistas de tanto nivel y tanta repersuión mediática, deja siempre alguna anécdota curiosa. Adrián tiene historias a montones, y sería la delicia de cualquier tertulia cervecera en un bar, pero apela al secreto profesional y no suelta prenda. Las guarda con celo. Al final, sin decir nombres por respeto a sus clientes, se anima a contar alguna.

«Por ejemplo en una ocasión, por circunstancias de producción tuve que sacar de la plaza de Toros de Valencia a uno de los famosos músicos de una banda nacional muy importante metido en el maletero del vehículo... La cara del botones del hotel fue un poema cuando lo vio salir de allí», recuerda Adrián.

También guarda en la memoria una «persecución de fans en coches por la calles de Madrid». Según realata el creador de Rock Runner Valencia, «tenían la intención de seguirnos para descubrir la dirección donde estaba hospedado el artista. ¡Fue surrealista! El guardaespaldas estaba de copiloto dando ordenes a izquierda y derecha y el artista con cara de pocos amigos. Al final el artista abrió la ventanilla y en un semáforo habló con los fans y nos dejaron continuar solos».

Adrián realiza servicios personalizados, en los que traslada a los músicos y artistas a las salas, los aeropuertos, los restaurantes y hoteles, y considera que lo que le diferencia de otro tipo de empresas de transporte es que «estos artistas requieren los servicios de un conductor que además sepa manejarse en todo lo que rodea a un concierto». Destaca que los más simpáticos suelen ser «los baterías de cada banda», y a la hora de hablar de algún artista en particular por su buen trato se acuerda de Pablo Alborán, Presuntos Implicados o Uzzhuaïa. También hay algún dolor de cabeza y recuerda entre risas que «los más revoltosos hasta ahora fueron los miembros de una banda inglesa, cuyo nombre no puedo desvelar. Solo diré que me gané el cielo en esa gira...».