El selfi es mucho más que una moda pasajera, «refleja el permanente ensayo esto-soy-aquí-y-ahora. A los jóvenes ya no interesa lo que ocurre alrededor, sino lo que les ocurre a ellos: a mí y a mis amigos, a mí y a mi grupo. Las segundas y terceras personas han desaparecido por ajenas».

Son palabras de Juan Mª González-Anleo Sánchez, autor del libro Generación selfie, un ensayo en el que analiza la situación actual de la juventud española, la segunda de Europa con mayor penetración de teléfonos móviles inteligentes, con el 38 %, después de Italia (47 %), según el informe Nielsen sobre juventud y móviles.

En la presentación, celebrada en la Asociación de la Prensa de Madrid, acompañaron al autor el gerente global de ediciones PPC, Luis Aranguren, y el director de la revista Misión Joven, Jesús Rojano.

Público educativo

Según Aranguren, «el libro recoge un análisis riguroso, muy recomendable para todas las personas implicadas en la educación juvenil, sobre lo que le pasa a la juventud española. Una juventud con una elevada dependencia de los smartphones y de lo inmediato».

El libro analiza los diferentes contextos juveniles donde la huella selfie ha quedado impresa. Pare el autor, el joven actual ha trazado a su alrededor un círculo impenetrable que le separa del mundo que le rodea; un círculo en el que «solamente pueden entrar las personas más cercanas, como se hace en los selfies».

El primer capítulo analiza el desinterés y desconfianza del joven español como consecuencia de la crisis que comenzó en 2008 y la cual —advierte— continúa, y explica las diferencias con otras crisis anteriores en España como fueron la de 1976 y 1991.

«Generación perdida», «generación sacrificada» o «abandonada» son términos que Gonzalez- Anleo explica para concluir que la gran tragedia de la juventud actual es que es la primera que vive peor que sus padres y que sabe que en el futuro va a seguir igual.

Factores como el desinterés por la sociedad, la política o la economía y el desplome de confianza en las diferentes instituciones han originado «que el 11 % de los jóvenes se den de baja en la participación social», señala el autor. «La presencia del joven español en las calles reclamando sus derechos ha brillado por su ausencia, en comparación con los de otros países como los griegos, ingleses o franceses».

Para González-Anleo es importante el hecho de que los jóvenes «reconocen no participar en foros o chats sobre política o actualidad social». También analiza el fenómeno 15-M y plantea los interrogantes: ¿qué ha cambiado? y ¿cómo? Si bien afirma que pudo tener en sus comienzos una presencia predominantemente juvenil, el autor considera que supuso un paréntesis, un estallido momentáneo, para después dejar en mayor evidencia la ausencia juvenil en la arena sociopolítica.

El autor termina proponiendo varios argumentos para explicar este fenómeno selfie, que resume en tres: «la burbuja familiar, el hotel mamá, que actúa como colchón para amortiguar los golpes de la crisis; la saturación de información y nuevas tecnologías de la información, que llevan al joven, no a navegar en la red, sino a surfear por ella, saltando de una noticia a otra sin pararse en ver la realidad. Por último, la indefensión aprendida, un estado psicológico de apatía que ha propiciado el tópico de que los jóvenes actuales son unos comodones».

El libro también recoge reflexiones sobre la relación de los jóvenes con la religión y la Iglesia, destacando el autor que la conclusión es que viven apartados, «al otro lado del círculo, con una gran brecha abierta entre lo que ellos entienden por religión y lo que entiende la doctrina oficial, entre las normas de la Iglesia y las suyas propias».