Las llamadas 'estrellas fugaces' son en realidad pequeñas partículas de polvo de distintos tamaños, algunas menores que granos de arena, que van dejando los cometas (o asteroides) a lo largo de sus órbitas alrededor del Sol.

La corriente de partículas resultante (llamadas meteoroides), debido al "deshielo" producido por el calor solar, se dispersa por la órbita del cometa y es atravesada cada año por La Tierra en su órbita alrededor del Sol. Durante este encuentro, las partículas de polvo se desintegran al entrar a gran velocidad en la atmósfera terrestre, creando los conocidos trazos luminosos que reciben el nombre científico de meteoros.

El nombre de Perseidas, aunque en España también se las conoce como 'Lágrimas de San Lorenzo' por la festividad del santo, se debe a que la zona del cielo de donde parecen salir los meteoros por un efecto de perspectiva (radiante), se encuentra en la constelación de Perseo. La popularidad de esta lluvia de estrellas se debe en parte a su actividad, de las más intensas, y en parte a que se produce en agosto, mes de verano en que, lejos de las luces de las ciudades, se puede disfrutar más del cielo nocturno por las cálidas temperaturas.

Lluvia de estrellas

Anualmente se producen varias lluvias de estrellas y las más intensas son Perseidas, Gemínidas y Cuadrántidas, visibles desde Europa y que presentan actividades, o cantidad de estrellas fugaces por hora, elevadas (del orden de 100 estrellas fugaces o meteoros por hora).

Para este 2016 la actividad de las Perseidas se produce el 17 de julio al 24 de agosto. El máximo se espera entre las 02.00 y las 06.00 horas (hora peninsular española) de este jueves 11 de agosto y entre las 15:00 a 17:30 del viernes 12 de agosto.

En Europa, por tanto, las noches del día 11 y del día 12 de agosto será el mejor momento para su observación. Una Luna creciente, que justo desaparecerá en la segunda mitad de la noche, no será un problema para observar una buena cantidad de meteoros -- 1 cada dos minutos de media--y algunos de ellos muy brillantes debido a sus altas velocidades de entrada en la atmósfera. Los expertos apuntan que la mejor observación se produce en lugares oscuros, alejados de las ciudades y sin contaminación lumínica y con el horizonte despejado.