Los adultos no entendemos muchas veces el comportamiento de nuestros hijos y, en ocasiones, tratamos de reconducirlo por las vías que consideramos "normales". Sin embargo, los pequeños necesitan muchas veces expresarse con manifestaciones que a veces no concuerdan con nuestros criterios y prohibírselo no es la mejor opción siempre.

La idea no pasa por tolerar todo, sino de entender las razones y tratar de canalizarlas sin menospreciarlas sistemáticamente, de forma que no siempre acabe todo en una reprimenda o un castigo.

Por eso, hay que intentar reconocer estas actitudes y saber cuándo será mejor no optar solo por la prohibición.

Estas son algunas de las cosas que es mejor no prohibir a los niños:

La actividad física

La actividad física es fundamental. Los más pequeños están continuamente experimentando sensaciones nuevas, entre ellas las que les proporciona su propio cuerpo. Por eso muchas veces corren, saltan, trepan y no paran de moverse. Es fundamental que descarguen energía y se diviertan con el ejercicio y el juego y no es buena idea prohibírselo.

Ayudar en casa

El ansía de experimentar y la predisposición por imitar lleva también a los niños a intentar ayudar a sus padres en muchas de las tareas del hogar. Es habitual prohibirlo por falta de tiempo para atenderles y explicarles lo que hacemos y por miedo a que se hagan daño o rompan algún utensilio.

Sin embargo, permitirles conocer el trabajo de determinadas labores puede ayudarles a comprender su importancia y acostumbrarles a asumir responsabilidades en casa.

No manejar los impulsos

Los humanos necesitamos un largo proceso de socialización y educación para manejar nuestros impulsos. Incluso a veces algunos adultos no son capaces de alcanzar un autocontrol que es muy difícil exigir a nuestros hijos. Si bien debemos marcar unas reglas, también hay que saber que no siempre se pueden castigar y prohibir sus berrinches. Al menos, debemos saber qué proviene de su incapacidad para controlar esa actitud y responder en consonancia.

Comer solos

Cuando tenemos que darles de comer, es habitual que evitemos que ellos lo intenten por sí mismos. Tendemos a pensar que comerán de forma desordenada, que se mancharán, que usarán las manos más de lo necesario...

Sin embargo, que el niño haga las cosas por sí mismo experimentado qué es bueno y malo puede ser muy recomendable. Que coma a su manera, incluso con las manos, le permitirá adquirir confianza.

Dar sus opiniones

Cuando el niño empieza a verbalizar sus opiniones, no debemos descartarlas por completo, pero mucho menos prohibirles que lo hagan. Poco a poco, los pequeños van abriéndose y comprendiendo lógicas que van mucho más allá de ellos mismos, aunque en ocasiones pensemos que solo puede tratarse de pequeñeces o caprichos. Cuando sucede esto, es mejor escucharles y argumentarles las razones por las que les podemos dar o no la razón.