Dibujar en la infancia, además de encantarle a los niños, es de lo más beneficioso para su desarrollo cognitivo y creativo. Alimenta su imaginación, les enseña a representar su mundo interior y su manera de ver las cosas, aprenden a coordinar el movimiento de su mano y a asir los lapiceros con sus deditos; y además les entretiene.

Es una pena que más tarde dejen, dejemos, a un lado esta actividad, algo que sucede cada vez antes ahora que la tecnología les llama poderosamente la atención y se quedan pegados a ella, como las luciérnagas atraídas por la luz.

La moda de los mandalas que surgió un tiempo atrás y que se mantiene con fuerza aún hoy ha llegado para revertir esta situación. Porque si ha servido para algo ha sido para realzar las bondades del pintar, el colorear o el dibujar para los que ya estamos más creciditos.

El motivo principal de que cada vez más gente se una a esta tendencia, como ya hicieron antes otros a las terapias de risoterapia o a la moda del ganchillo, es muy sencillo: para quitarse de encima el estrés. Para dejar volar su mente y que la mano sea la que pase a llevar las riendas por un ratito. Recuperar las pinturas de aquel cajón donde un día hace tantos años las guardamos nos traerá una serie de efectos beneficiosos:

Aporta serenidad y tranquilidad

Centrarnos en la tarea de colorear el dibujo que tenemos delante hará rápidamente que olvidemos las preocupaciones por un rato que será de lo más relajado. Los efectos son considerados muy parecidos a los de la meditación.

Quita el estrés y la ansiedad

Liberarnos de la carga de malos pensamientos que llevamos encima, aunque sea durante ese breve instante en el que nos pongamos a colorear, hará que recuperemos el temple y volvamos a la jungla de las preocupaciones y las responsabilidades con un poco más de energía. Nuestra mente habrá descansado y nos sentiremos más preparados para afrontarlos.

Disminuye pensamientos negativos y aumenta la satisfacción

Si enfocas toda la atención en colorear, estarás evadiéndote de los malos pensamientos que se puedan cruzar por la mente. Dejaremos a un lado las penas, que de poco sirve volver a ellas una y otra vez si nada se puede hacer ya por evitarlas, y cuando terminemos la obra, nos sentiremos plenos por haber sido lo suficientemente constantes para llegar a acabar nuestro proyecto.

Nos aporta lucidez y creatividad

Los colores, pensar cómo queremos que quede nuestro dibujo, organizar los elementos sobre la hoja para conseguir que quede lo más bonito posible o que transmita más sentimientos, es al fin y al cabo afrontar un problema y resolverlo. Lo hacemos sin darnos cuenta, pero estamos desarrollando nuestra capacidad para imaginar soluciones creativas ante problemas nuevos. Y esta habilidad nos será de utilidad en otras muchas situaciones.

Ahorro

Dibujar es una tarea de lo más económica: el papel y las pinturas los podemos adquirir por un módico precio en cualquier librería o todo a cien. Pocas aficiones tan baratas podemos encontrar. Sin duda es más barato que jugar a videojuegos, o alquilar películas. Y en el tiempo que estemos pintando, es seguro que no estaremos gastando dinero en otras cosas.