Cuatro chicas ejercen de camareras de piso en el hotel Neptuno de Valencia. Preparan las habitaciones y asean las zonas comunes del establecimiento. Entre ellas, algo ajetreada hoy, está la brasileña Lucelia Maria da Silva, de 42 años. Igual que sus compañeras Gina (boliviana), Daiane (brasileña) y Fernanda (ecuatoriana), ha conseguido el puesto de trabajo gracias al Plan de Empleo de Cruz Roja. Llevaba un año sin trabajo, después de que cerrara la céntrica cafetería en la que había trabajado un lustro. Vive sola con su hijo y ha de pagar un alquiler. Ya se veía agobiada cuando la providencia se cruzó en su camino en forma de folleto informativo, donde se explicaba que Cruz Roja ofrece servicios de formación, orientación laboral y una agencia de colocación autorizada sin ánimo de lucro. «Durante dos meses cuenta Lucvelia me dieron un cursillo de camarera de piso totalmente gratuito: cien horas de teoría y otras cien de práctica en el hotel. Y ya me quedé aquí a trabajar». El año pasado trabajó cinco meses. Este año le han dado seis meses, hasta el 30 de septiembre.

Es un ejemplo del Plan de Empleo de Cruz Roja en la Comunitat Valenciana, que el año pasado consiguió colocar a 609 personas después de atender a 6.310 usuarios en sus programas de formación y orientación laboral. Les enseñan a redactar un currículum o a preparar una entrevista de trabajo, y les forman en oficios ajustados a sus aptitudes: fontanero, electricista, cajero de supermercado, camarera de piso y otros oficios relacionados con la hostelería. Muchos de los participantes en estos programas de empleo son inmigrantes, víctimas de violencia de género, antiguos reclusos o exdrogodependientes rehabilitados. Es decir, personas con un perfil de vulnerabilidad elevado; gente que necesita un trabajo más que nadie por estar cerca de la exclusión social.

Cruz Roja ha conseguido tejer una red de empresas comprometidas que confían en la institución humanitaria y en su servicio de preselección de personal profesional. Además de desmostrar una Responsabilidad Social Corporativa, estas empresas se aseguran gente formada, motivada y con ganas de ofrecer el máximo porque se juegan una de sus últimas cartas.

Paula Otero, responsable del Plan de Empleo de Cruz Roja en la Comunitat Valenciana, revela que cada vez se están encontrando con menos gente al borde de la exclusión social y con más parados estructurales. Ella subraya la importancia de esta vertiente solidaria de Cruz Roja. «Si sólo nos centramos en la parte asistencial, nunca conseguiremos que las personas tengan una autonomía plena y su inclusión en la sociedad sea real», afirma. El objetivo es escapar de un modelo de sociedad asistida de forma crónica. Para ello, destaca, «la colaboración empresarial es fundamental». También es básico el máximo rigor por su parte. Nunca envían a nadie que no esté preparado para el trabajo, «porque acabaría en despido y eso no sirve de nada a nadie», subraya la responsable de Cruz Roja. Lucelia es el prototipo ideal. Está muy feliz porque el paro la aterroriza. Ahora sueña con un contrato indefinido. Pero eso no sería oro; ya estaríamos hablando de rodio el metal más caro del mundo o platino.