Cáritas Española ha alertado en un informe de que la pobreza en España irá en aumento por la supresión de ayudas. La ONG destaca que ya asiste a tantos españoles como extranjeros.

¿Qué valoración hace de la última asamblea de Cáritas?

En el marco de esta asamblea general que se realiza cada dos años yo hice una intervención. Otro mundo es posible si otra comunidad es posible. Es decir, en un momento en el que existe una gran densidad de desesperanza, hay que apostar por las pequeñas soluciones, por los pequeños proyectos y buscar nuevas formas de producir, aunque su salida sea en un mercado de ámbito comunitario.

¿Podría poner algún ejemplo de estas fórmulas?

Pues un ejemplo de estas nuevas fórmulas son las que llevan a cabo muchas parroquias en las que se recogen alimentos para ayudar a los más desfavorecidos o la labor de muchas comunidades de vecinos. También está la economía solidaria, en la que participan muchas empresas que también colaboran con nosotros, así como la práctica del comercio justo. Todo ello, sobre todo, favorece a una nueva forma de producir y de comerciar más digna.

Este encuentro se realiza cada dos años. Desde 2011, ¿qué cambios han observado?

A nivel estatal podemos hablar de cambios tanto cuantitativos como cualitativos. Los primeros se traducen, sobre todo, en una mayor presión asistencial. Si hablamos de la evolución cualitativa, se puede decir que ha habido cambios de perfil. Antes el 70 % de los atendidos eran inmigrantes, ahora la situación entre extranjeros y autóctonos está igualada al 50 %. Y entre estos, el perfil predominante es el de mujer joven con hijos a su cargo. Este hecho ha requerido de proyectos nuevos por nuestra parte, ya que con los mismos recursos tenemos que atender necesidades más amplias. Esto a su vez nos ha llevado a redescubrirnos como organización y ver hasta dónde somos capaces de llegar.

Su labor va más allá de la atención a las necesidades prima-rias, ¿no?

Sí, porque a esa necesidad de cubrir lo primario como puede ser la alimentación, se le une una gran falta de posibilidades de inclusión social. Es por eso que la mera imagen asistencial de Cáritas es solo eso, imagen. Además de la acogida, abordamos el tema formativo y también la intermediación laboral y la economía social. Para ello contamos con un total de 33 empresas de inserción que cuentan con 500 puestos de trabajo para aquellas personas que están en riesgo de exclusión social.

¿Existe alguna esperanza de que se reduzcan los niveles de pobreza en los próximos años?

Lo cierto es que los resultados de nuestro último informe alertan de que la pobreza y la exclusión social podrían tener un fuerte avance. Es decir, seguirán aumentando, porque hay muchísimas ayudas que están desapareciendo, especialmente de las comunidades autónomas y los municipios. De hecho, en la última Encuesta de Población Activa publicada, observamos cómo había una mayor severidad en el aumento del número de familias que no perciben ningún tipo de ingresos.

De ser así, ¿cómo tienen pensado hacerlo? Porque llevan varios años anunciando que están al límite...

Desde hace cuatro años venimos anunciando que estamos al límite, pero la realidad es que siempre encontramos la manera de llegar. No obstante, nuestra misión no es cubrir todas las necesidades sociales sino estar al lado de los más pobres ofreciéndoles lo mejor que tenemos y podemos darles. Y esto no sería posible sin el gran trabajo que realizan los voluntarios, que ya son 70.000.

¿Qué me dice de la pobreza infantil?

Bueno, con respecto a los niños yo puedo dar una visión global porque los infantes viven en familia. No se puede combatir la pobreza infantil si no se lucha contra la pobreza de las familias. Y eso es lo que nosotros intentamos hacer, batallar contra la pobreza de las familias dotándoles tanto de bienes como de capacidades. Pero también quiero resaltar que contamos con ayudas, subsidios y becas para los más pequeños.

¿Se puede decir que en España hay hambre?

No, no se puede. Aquí se puede hablar de la mala alimentación que sufren algunos colectivos, pero esto no es comparable con la situación de aquellos países como, por ejemplo, los del Cuerno de África, donde las personas mueren literalmente de hambre. Aquí lo que hay es necesidad en la vida cotidiana.