La ONGD Plan Internacional ha alertado de que alrededor de 250 millones de niños viven en la calle en todo el mundo. «Una infancia en la calle es una vida sin derechos. En el mundo hay 250 millones de niños y niñas que viven en las calles. Por eso, es necesario apoyo institucional y legislativo para abordar este problema, que radica en la falta de registro de nacimientos, en la pobreza y en la violencia contra la infancia. Los niños y niñas que han vivido en la calle pueden salir adelante a través de educación y apoyo psicosocial. Es posible devolverles la dignidad y darles los conocimientos para que puedan salir de la situación de pobreza extrema», explica Concha López, directora general de Plan Internacional en España.

Bangladesh es un ejemplo de esta situación dramática: el 80 % de la infancia que vive en la calle son niños, pero las niñas se enfrentan al estigma de la prostitución y al peligro constante de sufrir abusos sexuales.

«Los mosquitos me comían vivo. A veces, la policía no me dejaba dormir en la acera y los drogadictos que vagaban por la calle por las noches solían golpearme», cuenta Bahar. Cuando falleció su padre, el sostén económico de los seis miembros de la familia, su madre comenzó a trabajar como empleada doméstica y él abandonó la escuela primaria para trabajar como peón. La difícil situación económica que atravesaban le hizo emigrar a Daca, la capital de Bangladesh, con 16 años.

En las calles de Daca, Bahar sobrevivía con trabajos inestables durmiendo en la calle. Pasó a ser uno de los 250 millones de niños y niñas que viven en la calle en todo el mundo. Solo en Bangladesh hay un millón de menores de edad en la calle. Daca, la capital, reúne al 59% de esos niños y niñas que malviven en sus calles buscando algo que llevarse a la boca. Niños y niñas que pasan las horas, viven, trabajan, duermen y juegan en la calle, sin oportunidades de futuro y privados de sus derechos más básicos.

Según el informeBeyond the Streets de Plan Internacional, las áreas metropolitanas de Bangladesh están creciendo rápidamente. Los altos niveles de pobreza, los desastres naturales y una deteriorada situación social y legal llevan a la población rural a trasladarse a las grandes ciudades buscando desesperadamente una vida mejor.

La dura vida en la ciudad

«La realidad de la vida en la ciudad es dura y la infancia que vive en la calle está desprotegida, es muy vulnerable al abuso y el maltrato», dice Abdul Mannan, director del Programa de Niños de la Calle de Plan Internacional en Bangladesh. «La pobreza extrema y la falta de acceso a los servicios básicos privan a los niños y niñas de derechos como la vivienda, la educación, la salud, la nutrición, el agua potable y saneamiento e incluso del juego. Muchos son explotados y expuestos a riesgos laborales, a menudo trabajando en condiciones peligrosas y con salarios ínfimos».

Un día Bahar conoció a un trabajador del Programa de Niños de la Calle de Plan Internacional y le llevaron a un centro de acogida. «No recordaba cuándo me había duchado por última vez. Allí me proporcionaron jabón para lavarme, y me sentí muy bien después de dormir durante largo rato. Mi cama estaba limpia y no había mosquitos», explica.

El 80% de los menores de edad en las calles son niños, sin embargo, la situación es especialmente difícil para las niñas que sufren la presión y el estigma de la prostitución además de violencia sexual.