Liria Erviti/Voro Contreras.

castelló/valencia.

L a familia de Rocío López quiere olvidar ese triste domingo de noviembre en el que la joven fue asesinada, y recordar a esta chica de 25 años por todo lo demás. "Era una persona jovial, extrovertida, alegre y sin maldad. Quería sobre todo que la gente fuese feliz y daba mucha importancia a la amistad. Ayudaba a muchas personas para las que siempre tenía una palabra de apoyo, e incluso, si era necesario y en la medida en que podía, también lo hacía económicamente. Al no ser una persona egoísta, sólo pedía cariño y comprensión a cambio...".

Esta joven, perteneciente a una familia trabajadora, dedicó una parte importante de su vida al deporte. Desde los cinco hasta los veinte años, la gimnasia artística -potro, suelo, barra de equilibrio y asimétricas-, le ocupó muchas horas de entrenamiento en el Club Gimnàstic la Plana, que le valieron ser campeona provincial de 1998 a 2001, y autonómica los años 2000 y 2001. Después fue monitora de pilates, natación y spinning en un gimnasio de Castelló y, aún así, sacaba tiempo para ayudar a otras niñas que empezaban con los ejercicios o para dar clases en el Centro Especializado de Atención a los Mayores, (CEAM), de Vila-real.

Aunque Rocío se pasaba muchas horas entrenando, no descuidaba su formación académica. "Era buena estudiante", recuerda su familia, y, de hecho, obtuvo el título de Magisterio en la especialidad de Educación Física en la Universitat Jaume I de Castelló.

En busca de un futuro laboral

Preocupada por asegurarse su futuro, Rocío se apuntó, pocas semanas antes de su muerte, a una academia para preparar unas oposiciones de pedagogía terapéutica. Su idea era trabajar en educación física con niños que tuvieran problemas. En este centro también la recuerdan como una chica "muy simpática, agradable, afable".

Hacía rápido amistades y en todos los lugares en los que trabajó guardan muy buenos recuerdos de ella. Prueba de ello fueron las numerosas muestras de cariño que recibió su familia al producirse su muerte violenta, y que todavía sigue recibiendo cada día.

Sus allegados hacen hincapié en que era una persona sensible "pero a la vez muy fuerte, tenía carácter". Una sensibilidad que le hacía revelarse contra las injusticias, "sufría mucho por cualquier cosa y pretendía ayudar a las personas, aunque a veces pecaba de ingenua". Esa misma sensibilidad le hacía sufrir con los maltratadores, pero quizá también esa ingenuidad hicieron que ella se convirtiera en una víctima más de la violencia machista.

Un día, en la vida de Rocío se cruzó Jairo, un hombre fuerte, reservado, con pocos amigos y al que no le gustaba salir por las noches. Jairo Alfonso O. C., de 32 años y natural de Colombia, venía de una relación anterior en la que ya apuntó las maneras violentas que llevarían a la perdición a la chica castellonense. La antigua pareja sentimental de Jairo le había denunciado por malos tratos y logró una orden de protección en el verano de 2005.

A pesar de ello, en el otoño de ese año Rocío se casó con él, sin que una buena parte de su familia y amigos lo supiesen. Sin embargo, no existen evidencias de que la joven conociera ese pasado de maltratador de Jairo ni cuando comenzaron su relación, ni cuando contrajeron matrimonio.

Encuentros a escondidas

Durante el tiempo que estuvieron juntos, Rocío había mantenido su domicilio en Castelló y se escapaba a Valencia los días que arañaba al calendario para estar con su marido. Los encuentros, casi de amantes, eran en el piso de Benicalap en el que él había arrendado un cuarto. Casi dos meses después del brutal asesinato, los dos compañeros de piso de Jairo continúan viviendo allí, pero ninguno de ellos quiere volver a hablar de lo que ocurrió aquella tarde.

Como tantas otras, Rocío no había denunciado agresiones físicas ni amenazas, pero la relación estaba muy deteriorada por los celos y la violencia que él derramaba entre los dos cada vez con mayor frecuencia. En los últimos tiempos, ella sólo bajaba ya algún fin de semana que otro. Incluso, barajaba romper la relación. Y eso, como en todos los casos de maltrato, fue más de lo que él quiso soportar.

Aunque la muerte violenta de Rocío es aún reciente, su familia ha comenzado a dar los primeros pasos para crear una asociación dirigida a quienes hayan perdido algún ser querido de forma traumática y echan en falta el apoyo y el cariño de personas en idéntica situación. Su familia reconoce que "es una tarea que llevará tiempo, pero dado que Rocío siempre quiso ayudar a los demás, esta sería una buena manera de hacerlo".