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El arma utilizada por el sicario que mató de un tiro al director de la empresa gestora del Centro de Convenciones Internacional de Barcelona (CCIB), Félix Martínez Touriño, en la confluencia de las calles Santaló y Travessera de Gràcia, una Daewoo, fue adquirida a la red de tráfico de armas desarticulada la semana pasada por la Guardia Civil en Castelló, Barcelona y La Rioja.

En la operación "Hierros", los agentes detuvieron a dos responsables de una armería de Viladecans (Barcelona), a las dos personas que regentaban el taller de Castelló -del clan Gabarri- e imputaron al responsable de la armería de La Rioja, todos españoles. Los dos detenidos en Castelló ya han ingresado en prisión, y a todos los implicados les imputan los delitos de tráfico de armas y asociación ilícita.

Entre 2.000 y 3.000 euros

El grupo de traficantes, que fue desmantelado en Castelló, Barcelona y La Rioja, vendía armamento inutilizado legalmente, que luego era modificado en un taller clandestino para hacerlo de nuevo operativo. Un arma podía costar entre 2.000 y 3.000 euros.

La organización, que llevaba operando desde 2006, compraba el armamento a través de una armería de La Rioja, que era la que importaba parte de las armas y se las revendía a una de Viladecans (Barcelona). Ésta última era la que se las facilitaba al taller de Castelló con el objeto de que las convirtiera en operativas y luego las introdujera en el mercado ilegal.

Se trata de una de las mayores redes de tráfico de armas del país, que pudo llegar a introducir unas 3.000 armas en el mercado negro, vendidas a delincuentes y utilizadas en crímenes, entre las cuales hay subfusiles y pistolas.

La investigación empezó el verano pasado al detectar que la armería de Viladecans estaba comprando armas "de forma masiva", muchas de ellas de última generación, y las inutilizaba, lo que levantó las sospechas de los agentes, puesto que este tipo de armas van destinadas a particulares para que las exhiban en sus domicilios, y suele ser armamento antiguo.

Se calcula que la armería las vendía al clan de Castelló un 50% más caras de su valor habitual, lo que les reportaba "importantes beneficios", ya que cada pistola podía alcanzar precios de entre 2.000 y 3.000 euros.

Se continúa investigando qué crímenes o delitos se pudieron cometer con estas armas, en colaboración con varias policías extranjeras, entre ellas de Francia y Holanda.