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Un vecino de Mislata de 29 años, José Ángel E. E., fue linchado por una turba el lunes en la ciudad caribeña de Cartagena (norte de Colombia) después de que estrellara un autobús contra una vivienda.

José Ángel había nacido en Bogotá en 1981, aunque había vivido la mayor parte de su vida en Mislata, de donde es oriundo su padre. Su madre, colombiana, se había trasladado con él a Cartagena, su ciudad de origen, para que participase en un programa médico en un centro de rehabilitación del barrio cartagenero de Crespo.

De acuerdo con las investigaciones, José Ángel cogió de madrugada un microbús de turismo en el barrio El Zapatero, una zona marginal del sureste de Cartagena con altísimas tasas de delincuencia y drogadicción, y se estrelló contra una vivienda por razones que aún no han podido ser determinadas.

Nada más producirse el accidente, en el que al parecer no se registraron heridos, José Ángel fue rodeado por una turba de vecinos del lugar, que lo golpearon con piedras y botellas hasta dejarlo agonizante en el suelo. De momento se desconocen las circunstancias en que se produjeron los hechos y si José Ángel huía de alguien.

Cuando los servicios sanitarios y la policía acudieron en su ayuda, la víctima apenas podía hablar y no llevaba documentación alguna. Eso sí, les dijo que era español mientras los trasladaban a la Clínica San Juan de Dios, donde falleció. Por ello, los forenses enviaron la tarjeta con sus huellas dactilares y su fotografía al consulado español en Cartagena con el fin de que éste lo remitiera a España para poder identificarlo con las bases de datos de nuestro país.

Su madre lo identificó

Sin embargo, esa gestión no fue necesaria, ya que su madre y otros familiares acudieron al Instituto de Medicina Legal de Cartagena con la cédula de identidad colombiana de José Ángel –tenía la doble nacionalidad–, lo que permitió la plena identificación del cadáver.

El coronel Carlos Mena Bravo, comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, explicó a la prensa local que el fallecido, que vivía con su madre en un buen barrio de la ciudad, estaba en un programa médico para recuperarse de una adicción y rechazó que hubiese robado el autobús. «Pudo haber un abuso de confianza, pero no un robo, porque en el aparcamiento había coches de lujo y no es lógico que se llevara el microbús», concluyó ante los periodistas.