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Una familia de fieles que se encontraba disfrutando de las celebraciones de la Semana Santa Marinera de Valencia, a escasos metros de su casa, se vio sobresaltada ayer al medio día por una llamada telefónica en la que uno de sus vecinos les alertaba de que su vivienda estaba en llamas. "Me he dejado la paella puesta en el fuego", confesó Dolores, propietaria del inmueble, quien se dejó casi preparada la comida mientras iba un rato a ver a sus hijos y nietos desfilar en la procesión.
Al parecer, este descuido propicio el incendio de la casa, situada en la calle Padre Antón Martín de Valencia. Cuando se originó el fuego no había nadie en el interior de la vivienda, por lo que no hubo que lamentar ningún herido.
"Pepito ha muerto"
La única víctima de este incendio accidental fue "Pepito", un periquito que fue hallado muerto dentro de su jaula, tras inhalar el humo que se extendió por toda la casa. La mujer se lo encontró sin vida cuando los bomberos les dejaron subir al piso.
Los hechos ocurrieron a las 13.45 horas de ayer en el último piso del número 50 de la calle Padre Antón Martín de Valencia. El incendio se originó en la cocina de la vivienda debido a una paella que estaba al fuego sin la vigilancia oportuna.
El ruido de los cristales al romperse, debido al calor, alertó a los vecinos de la finca, quienes rápidamente telefonearon a los bomberos. Asimismo, al llamar a la puerta de la casa y no obtener respuesta, los vecinos llamaron a la propietaria de la vivienda.
Dolores se encontraba en compañía de otros familiares viendo la procesión de la Semana Santa Marinera, en la que salían dos de sus hijos y otros dos nietos, en la cofradía de "Los granaderos de los ángeles", según explicó Begoña, nuera de la propietaria.
Al lugar de los hechos se desplazaron tres dotaciones de bomberos y una ambulancia, así como varias patrullas de policía.
Los bomberos lograron extinguir las llamas antes de que el fuego afectara al resto de la casa y los daños materiales se concentraron principalmente en la cocina de la vivienda.
