Isabel Sanz Jiménez, conocida por todos como "la canaria", por las largas temporadas que pasaba en las islas, vivía sola en un cuarto piso de una finca de la calle La Paz de Xirivella desde que quedó viuda hace ya más de diez años. Sin hijos pero con cerca de una treintena de sobrinos, repartidos por toda la península, la mujer había preferido vivir sola, pese a la insistencia de sus familiares.

"Tita vente con nosotros, con el sobrino que tu quieras, pero no estés sola", le decían sus sobrinos, según apuntó Diego, uno de ellos. Incluso llegaron a buscarle una residencia de lujo en Valdemoro, pero ni con esas, la mujer era feliz con su independencia.

Los amigos y familiares de Isabel coinciden en señalar que a la víctima les gustaba presumir de joyas y de las propiedades que tenía. Su difunto marido trabajó como militar y actualmente la mujer cobraba dos pensiones. Además, tenía viviendas en Canarias, Madrid y dos en Xirivella. Sin embargo, pese a no tener problemas económicos, la septuagenaria seguía residiendo en su misma finca, sin ascensor, y cada día se tiraba cerca de una hora para subir las escaleras, según apuntaron sus vecinos. "Andaba con dificultad, porque estaba muy gruesa, y tenían que ayudarle a subir", añadió Vanesa.

"Llevaba muchas joyas encima, presumía de oro y era una persona muy confiada", explicó Juani, familiar de la fallecida. De sus estancias en Canarias, donde residía con una amiga, solía traer toallas, juegos de cama y oro, que luego vendía a su vez a sus vecinos, según explicaron sus conocidos. I. cabanes valencia