Unos ladrones han robado del interior de un almacén del recinto portuario de Valencia más de 4.000 de los 6.500 kilos de marihuana confiscados por la Agencia Tributaria el pasado 10 de enero y que estaba pendiente de que el juzgado ordenase su destrucción. El robo fue perpetrado en la madrugada del pasado miércoles en una zona donde no hay videocámaras de seguridad, información que a buen seguro conocían los cacos. El estupefaciente fue trasladado a una nave de la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) porque su gran volumen -ocupaba más de medio contenedor- impedía dejarla en el lugar habitual: las dos cámaras acorazadas de Sanidad Exterior que albergan la droga decomisada.

La investigación para determinar quién perpetró el asalto y detener a sus autores está ahora en manos del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil de Valencia. Todo apunta a que los delincuentes contaban con muy buena información, ya que pocas personas conocían que el contenedor almacenado en esa nave tenía en su interior las seis toneladas y media de marihuana intervenidas a primeros de enero por funcionarios de la Dirección Adjunta de Vigilancia Aduanera (DAVA), dependiente de la Agencia Tributaria.

Pero ése no es el único dato de acceso restringido del que disponían los cacos. Los autores del robo entraron con un furgón o un camión mediano, y se movieron a sus anchas por el entramado de calles del puerto sin despertar sospechas, lo que denota, como mínimo, un buen conocimiento del recinto.

El robo fue cometido, además, en el momento en que menos vigilancia hay en el puerto, cuya seguridad interior comparten, con delimitaciones especificadas en la Ley de Puertos, la policía portuaria y la Guardia Civil.

A ello se añade el hecho de que la zona donde se encuentra ese almacén, que no está considerado depósito aduanero, careciese de videovigilancia.

Los encargados de esclarecer el robo ya han solicitado, no obstante, todas las grabaciones de las cámaras existentes en otros puntos del puerto y, sobre todo, en los accesos y las vías aledañas a este recinto, tanto las de las calles del casco urbano de Valencia, como las que Tráfico tiene dispuestas en las carreteras próximas -V-30, V-21 o la de Pinedo a El Saler-. Por el momento, no hay una única línea de investigación.

Un alijo pionero en España

Tal como publicó en exclusiva Levante-EMV, el cargamento, el primero de esa droga y en esa cantidad en entrar por vía marítima en un puerto español, procedía de Bangkok y oficialmente el contenedor traía objetos asiáticos de decoración. Las investigaciones desarrolladas por los agentes de Aduanas permitieron establecer que, casi con toda seguridad, la marihuana estaba destinada al mercado negro holandés. Días más tarde, el 25 de enero, los funcionarios de Aduanas detenían al administrador de la empresa importadora, una mercantil de reciente creación. El acusado, un barcelonés asentado en Valencia desde hacía sólo unos meses, quedó en libertad provisional tras declarar ante el juez de Instrucción número 9 de Valencia, ya que su implicación en los hechos quedó salpicada por la duda de si había sido o no engañado por la organización que le pidió que introdujese el contenedor en España.

En todo caso, los investigadores no manejan como hipótesis principal que el robo esté relacionado de manera directa con los dueños de la marihuana, quienes, durante una noche de copas con el único detenido, le pagaron 6.000 euros al contado para que pagase los portes del contenedor.

Los cien kilos de cocaína que robó la banda de Cásper

En la madrugada del dos de enero de 1997, unos desconocidos horadaron una de las dos cámaras acorazadas del edificio de Sanidad Exterior, también en el puerto de Valencia, que alberga la droga confiscada y se llevaron, con una osadía sin precedentes, 106 kilos de cocaína y 50 litros de piperonal -un precursor para fabricar éxtasis-.

Días más tarde, la policía nacional apresaba a dos de los presuntos autores del audaz robo, dos miembros de la banda de «Cásper», los butroneros más avezados con que ha contado este país y que cerraron el negocio hace unos años tras asaltar el chalé de las hermanas Koplowitz en Madrid y llevarse buena parte de su colección de arte.

Antes, cometieron, según las investigaciones policiales, célebres butrones que les permitieron vaciar cientos de cajas de seguridad en Valencia, Elx, Yecla y otros puntos del país.

Los análisis de Sanidad

La droga supuestamente robada por los chicos de Cásper, a quien también se atribuyó el montaje de un laboratorio de éxtasis en Fuenlabrada (Madrid), con una capacidad de producción de 6.000 pastillas diarias y donde fue a parar el piperonal de Sanidad Exterior, procedía de dos alijos intervenidos por la policía nacional.

Siempre que se produce una aprehensión, se entrega la droga en Sanidad Exterior, en cuya farmacia se realiza la prueba pericial que determina qué sustancia es y qué pureza tiene. El resultado será la base de la acusación en el proceso judicial.

En aquél caso, al igual que en el de la marihuana de ahora, la droga había sido depositada y estaba pendiente de que el juez correspondiente ordenase su destrucción, después de que se hubiese guardado la muestra para analizar. Pero, en ambos casos, los cacos se adelantaron a la decisión judicial.