Una comunidad de monjas de clausura de Zaragoza copa desde ayer todos los titulares de las páginas de sucesos, tras saberse que su superiora ha denunciado ante la policía nacional el robo de un millón y medio de euros, en efectivo y en billetes de 500, que guardaban dentro de bolsas de plástico, en un armario del cenobio. De momento, nadie sabe si el que forzó una de las puertas traseras del convento de Santa Lucía, en el barrio de Casablanca de la capital maña, actuó por casualidad o si, por el contrario, sabía a por lo que iba.

La policía no sólo deberá dirimir ese detalle para encauzar la investigación, sino que además tendrá que determinar el origen del dinero. De hecho, la denuncia podría suponer un problema legal para las monjas si no justifican la procedencia de tamaña fortuna.

De momento, la única explicación que an dado a los investigadores del grupo de Robos de la Jefatura Superior de Policía de Zaragoza es que esa suma procede "de los ahorros de toda la vida", una explicación una tanto inverosímil.

Fuentes policiales confirmaron ayer que la investigación fue abierta el lunes de la semana pasada, el 28 de febrero, después de que las propias monjas denunciaran la desaparición del dinero, que echaron en falta esa misma mañana, tras toparse el armario completamente revuelto y una de las puertas trasera del recinto conventual, forzada. En principio, parece claro que quien entró y se llevó el dinero lo hizo de madrugada.

La policía nacional y el Juzgado de Instrucción número 9 de Zaragoza, que se ha hecho cargo del caso, no han encontrado aún una pista fiable para resolver el caso, aunque todo apunta a que quien protagonizó el robo sabía exactamente a por lo que iba. Eso favorece las posibilidades de esclarecer pronto el caso, ya que se trata de una comunidad de clausura que se relaciona con muy pocas personas del exterior.

Ese pequeño círculo es ahora el objetivo prioritario de la policía, que indaga si alguna de las personas que están dentro de él ha facilitado a un grupo profesional de delincuentes la preciada información de la existencia del dinero en un inmueble sin medida alguna de seguridad.

Óleos de Guerra a 48.000 euros

En esta comunidad religiosa, conocida por su dedicación, entre otras tareas, a la restauración de viejos libros y pergaminos, vive Isabel Guerra, "la monja pintora", cuyas obras tienen una gran demanda y altos precios. Tanto es así, que cualquiera de sus dibujos puede costar entre 2.500 y 12.000 euros, y sus cuadros, casi todos ellos óleos, llegan a alcanzar los 48.000 euros en el mercado del arte.

Guerra suele exponer cada tres o cuatro años, y vende todo lo que expone. De hecho, en la galería Sokoa de Madrid, que lleva su representación, suele haber lista de espera de compradores. Guerra fue protagonista en el año 2000 de una polémica y exitosa exposición retrospectiva en La Lonja de Zaragoza que vieron 120.000 personas.