Centenares de vecinos de la pedanía valenciana de Castellar-Oliveral han despedido hoy a las víctimas fallecidas la noche del pasado viernes, en un triple crimen "difícil de entender" para sus allegados y quienes conocían al supuesto homicida.

Los cuerpos de la anciana y del hombre y su hijo que murieron apuñalados hace tres días han recibido hoy sepultura en el Cementerio Municipal de Valencia, tras recibir el último adiós de sus familiares y amigos.

La parroquia de esta pedanía de cerca de 8.000 habitantes, situada en la salida sur de la capital, se ha convertido, a primera hora de la tarde, en lugar para la memoria de los fallecidos, recordados con carteles, mensajes colgados de los muros de la iglesia y cirios encendidos.

Coincidiendo con la salida del colegio de los niños de Castellar, quienes han podido ir a la escuela aunque las clases habían sido suspendidas en señal de luto, amigos y conocidos de las víctimas han comenzado a llenar la plaza del templo.

La misa oficiada en la parroquia de Nuestra Señora de Lepanto lo ha sido en memoria de la anciana, aunque en todo momento ha estado presente el recuerdo del padre y del niño de 13 años, residentes en el mismo inmueble donde también vivía el supuesto homicida.

Un grupo de escolares escribía dedicatorias en cartulinas colgadas en la pared a su compañero de escuela -"Siempre te echaremos de menos", "Toda la clase estará contigo para siempre"-, aunque también había mensajes para los adultos y sus parientes -"A las familias, ánimo!" y "Os queremos"-.

Minutos antes de las 15.30 horas, con el repicar de campanas, ha llegado a la plaza el féretro de la anciana custodiado por sus dos hijos, el mayor de los cuales, entre sollozos y visiblemente afectado, ha pedido a las cámaras de televisión y fotógrafos que se alejaran del ataúd.

La iglesia, con capacidad para 150 personas sentadas y otras tantas de pie, ha permanecido abarrotada durante los 45 minutos que ha durado el oficio, presidida por el ataúd coronado de flores y solo interrumpida por la melodía de algún móvil no silenciado.

"A veces suceden cosas que desde el punto de vista humano no somos capaces de entender", ha reconocido el párroco en su homilía, convencido de que "sin fe en Dios", para la familia serán "difíciles de entender" las razones de este crimen.

"Fuerte" y "muy activa", como la recuerda una amiga de la familia, la vecina de la calle de la Poetisa Leonor Perales se ha ido "antes de su hora".

Antes de morir, y al poco de ser puñalada al salir del ascensor, la anciana fue capaz de alertar a una vecina para que no abriera la puerta, como atestigua el "reguero de sangre" que podía verse en el rellano, ha asegurado.

Según ha relatado, el niño corrió la misma suerte al abrir la puerta al acusado -un vecino casado y padre de un bebé- sin esperar que fuera a hundirle la navaja, como hizo después con su padre cuando acudió en su auxilio.

Fue su madre, de 48 años y que permanece muy grave con heridas en el tórax y el abdomen, quien pudo dar el aviso de lo ocurrido por la ventana de su domicilio y evitar así "una tragedia" en el casal fallero situado en los bajos del inmueble.

"No sabemos si le ha poseído el demonio o ha tenido un cortocircuito", ha manifestado en relación al supuesto homicida, quien hoy ha pasado a disposición judicial tras preguntar, ante el juez y como si se dirigiera al niño fallecido, "¿Qué te he hecho yo?", según han apuntado fuentes próximas a la investigación.

Tras la misa, el cuerpo de la difunta ha sido trasladado hasta el cementerio, donde minutos antes habían sido enterrados los cuerpos de las otras dos víctimas, que han sido veladas en el tanatorio municipal.