"Si tardo unos segundos más en quitarme de debajo de la viga, ahora estaría muerta". Conny Melieste salvó ayer la vida por una intuición. Escuchó que el techo de la nave comercial de Pedreguer donde trabaja empezaba a crujir y salió a escape. A continuación se desplomó una viga de hierro de más de una tonelada de peso. Fue a caer donde antes estaba Conny. "Menos mal que oí el crujido y pude escapar", relató a este diario. También se hundió todo el techo de este negocio, que es una cafetería y un comercio de venta de cocinas. Esta mujer, holandesa y pareja del propietario de la tienda, estaba en ese momento sola en la cafetería. Sufrió heridas leves en un brazo y una pierna. El propietario de un negocio contiguo, Jorge Sánchez, acudió a toda prisa. "Yo pensaba que era un terremoto. Escuché el estruendo y ví mucho humo y polvo. Recordé que había una mujer dentro". Jorge encontró a esta dependienta en el suelo, aturdida. La ayudó a levantarse y a salir de un comercio totalmente reducido a escombros. El derrumbe de la viga y del techo ocurrió poco antes de las 13 horas.

Los propietarios de otros negocios coincidieron en que, dentro de lo que cabe, esta desgracia casi fue un milagro. Sobre el techo que se vino abajo hay un centro de formación donde se realizan cursos del Servef. Jorge Hussfeldt, que es el dueño de un concesionario de coches antiguos que también sufrió daños importantes, explicó que cada noche hay en ese primer piso unos 80 alumnos. "Podía haber ocurrido una gran tragedia", dijo.

El negocio destrozado al desplomarse el techo y la jácena de hierro lleva abierto desde que hace unos seis años se terminó de construir esta nave comercial del polígono Les Galgues de Pedreguer. En este polígono se celebra cada domingo el rastro y la cafetería está de bote en bote. Los vecinos que acudieron al lugar recalcaban también que fue "un milagro" que ayer, cuando colapsó la viga, solo estuviera Conny dentro y pudiera salir a toda prisa. Todo apunta a que la viga tenía un defecto de soldadura.

El derrumbe del techo ocasionó importantes desperfectos también en el concesionario de coches antiguos contiguo. Un Chevrolet de los años 50 y un coche anfibio quedaron sepultados bajo los escombros. La policía local precintó estos dos negocios. En esta misma nave comercial también hay un centro cultural islámico.