Quería gastar una broma y sus padres tendrán que pagar una multa de entre 2.000 y 3.000 euros por un falso aviso de bomba.

Los hechos ocurrieron la noche del sábado en Valencia, sobre las diez y media cuando la policía recibió una llamada telefónica en la que se alertaba de la colocación de una bomba en la ciudad. Las pesquisas de la Policía Nacional dieron con la cabina telefónica desde la que se había realizado la llamada. Era un teléfono público de la calle de San José Artesano, a la altura del número 11, en el distrito de Trànsits.

Los agentes empezaron a analizar el auricular del teléfono por si había huellas de la persona que había llamado dando el aviso. Al llegar la policía primero supo que una mujer acababa de usar la cabina y que en la zona había también un grupo de jóvenes.

Tras diferentes indagaciones descubrieron que el responsable del falso aviso de bomba era uno de los jóvenes que estaban en la calle a esa hora. Los agentes procedieron a su detención y descubrieron que tenía 16 años. Este tipo de bromas de mal gusto tienen un alto coste económico para las arcas públicas, por todo el operativo humano y material que se moviliza desde la Policía Nacional para comprobar la certeza de la llamada y con el protocolo para actuar en caso de que la alerta sea cierta y exista un artefacto explosivo.