La juez de Instrucción número 2 de Llíria ha archivado la causa abierta tras el intento de asesinato sufrido, el 5 de marzo de 2009, por un vecino de Sedaví, Sigifredo Franco, que recibió dos tiros de escopeta por la espalda cuando se disponía a entrar en un chalé de su propiedad, en un paraje de Marines. Con esa decisión, adoptada en septiembre, quedan exonerados por completo los únicos dos imputados en la causa: Josefa Rodríguez Álvarez, excompañera sentimental de la víctima, y el actual marido de aquélla, Carlos Zamora Pérez. El segundo estaba considerado como presunto autor y ella, como cómplice e instigadora. La decisión ya es firme.

El archivo provisional de la causa "por falta de autor conocido", según reza el auto judicial firmado el pasado 20 de septiembre, es, en la práctica, definitivo, ya que sólo la aparición de nuevas pruebas, probabilidad más que remota a estas alturas, reactivaría la investigación.

La juez de Llíria explica su decisión en un auto breve en cuyos fundamentos jurídicos asevera que "no existen motivos lógicos suficientes para atribuir la perpetración (del homicidio frustrado) a los imputados". Y llega a esa conclusión tras desgranar que no han dado fruto "las diligencias acordadas", que los testigos que declararon "no reconocen a los imputados", que los "dictámenes caligráficos" de una nota amenazante encontrada en el buzón de Josefa "no se corresponde con la autoría de los sospechosos", que las investigaciones realizadas sobre los teléfonos de víctima y sospechosos "no dieron resultado" y que "no consta la posesión (por parte de Josefa y/o Carlos) de armas de características compatibles con la munición empleada".

En ese mismo acto, la juez de Llíria acordó restaurar todos los derechos que los acusados tenían aún mermados como parte de las medidas cautelares, esto es, consentir que puedan tramitar sus pasaportes con normalidad y devolverles la fianza que depositaron en su momento para salir de prisión. La obligación de acudir cada lunes a firmar ya había sido levantada hace varios meses por la juez. Ahora, tras ese último auto que la Fiscalía no recurrió, pueden respirar tranquilos.

"Es muy duro que te giren la cara y no te den trabajo porque has estado en la cárcel"

Días después del ataque a Sigifredo, y tras descubrir, según Josefa, "a todo lo que se dedicaba el padre de mi hijo y mi pareja durante 18 años", ella y Carlos, con quien ya estaba muy unida, se fueron al pueblo de Josefa, allá en Lugo. Con ellos se fueron el hijo de Sigifredo y Josefa, entonces un adolescente de 15 años, y el otro hijo del hombre al que ella había cuidado "como si fuera mío". Rehicieron su vida, ajenos a la investigación abierta en Valencia por el grupo de Homicidios de la Guardia Civil. Once meses después, agentes de ese grupo aparecían en el pueblo de Quiroga y detenían a la pareja. Después de tres días en el calabozo y nueve en la cárcel, recuperaron la libertad, pero la acusación por el asesinato frustrado ha seguido pesando como una losa sobre ellos. "Los trece días de encierro no los olvido, ni los perdono; pero lo peor es saber que hablan de ti a tus espaldas y que te miran mal.

Incluso te niegan trabajo o critican al que te lo da señalándote con el dedo porque has estado en la cárcel. Quiero empezar a poder ir con la cabeza bien alta". Josefa y Carlos no sólo siguen juntos; incluso se han casado. "En abril pasado", precisa ella, orgullosa. Pese a los sufrimientos y los desdenes "y a haberme quedado sin un duro ni del piso de Sedaví, ni de la casa de Marines, y todo lo compramos a medias", Josefa se confiesa feliz: "Nadie sabe lo que ha cambiado mi hijo. Ha pasado de haber tenido tropiezos con la Justicia en Valencia a sacar sobresaliente en sus estudios. Y sin la ayuda de su padre".