Fernando C., un vecino de Llíria de 40 años, ingresó ayer en prisión por orden del juez de Instrucción número 1 de Llíria, en funciones de guardia, acusado de violar a ocho prostitutas del centro de Valencia a lo largo de los últimos cinco años. Su detención ha sido posible por el trabajo conjunto de los investigadores del Equipo Mujer-Menor (Emume) y de un especialista en perfiles criminales del laboratorio de criminalística de Valencia. De hecho, Fernando C., que ha negado las agresiones sexuales ante el juez y se ha limitado a decir que fueron relaciones consentidas, llevaba sin actuar desde junio del año pasado, por lo que en este momento no había pruebas nuevas, pero sí una nueva reactivación de la investigación.

Según ha podido saber Levante-EMV de fuentes de toda solvencia, el sospechoso comenzó a actuar en 2007. En todos los casos, acudió al barrio de Velluters, en Valencia, llegada la noche. Recorría el barrio y elegía a sus víctimas en función de su vulnerabilidad: las menos vigiladas, las más aisladas, las menos corpulentas.

Tras pactar el servicio, ponía el coche en marcha y se alejaba. En un primer momento, todo parecía normal, pero, cuando la mujer estaba desnuda y se había confiado, atacaba. Las ataba -con bridas-, las amenazaba con un cuchillo, las violaba y luego las abandonaba en zonas descampadas, primero de Valencia y en las ocasiones siguientes, de distintos municipios del Camp de Túria, sobre todo de la Pobla de Vallbona y Bétera. Antes de dejarlas ir, les arrebataba el bolso.

Las dos primeras mujeres denunciaron en Valencia, pero las siguientes presentaron denuncia ante la Guardia Civil. Una de las bases de la investigación ha sido el ADN obtenido a partir del semen del ahora arrestado, que dejó en cada uno de los ocho escenarios del delito. Y en cada uno de ellos, la Policía Nacional y la Guardia Civil enviaron a sus respectivos laboratorios las muestras: en todas aparecía el mismo perfil genético.

Pruebas de ADN

A partir de ahí, y utilizando como base primero los testimonios de las víctimas y más tarde el perfil criminal elaborado por el laboratorio de Criminalística de Valencia, los investigadores del Emume acotaron una lista de candidatos que se fue haciendo cada vez más corta.

En cada caso, los agentes obtuvieron muestras de ADN de los sospechosos y las enviaron al laboratorio central, en Madrid. Todas resultaban negativas.

Hace apenas diez días, y gracias, entre otras cosas, al cruce de datos de matrículas a partir de los detalles ofrecidos por algunas de las víctimas, llegaron a un nuevo sospechoso: un electricista de Llíria, actualmente en paro, casado, padre de dos hijos y con una aparente vida ordenada. Un buen candidato. Tras hacerse con un par de muestras de su ADN, lo enviaron de nuevo a Madrid. El viernes, el sistema de cotejo automático halló la coincidencia: el presunto violador en serie estaba identificado. Un día más tarde, el sábado por la mañana, la Guardia Civil lo detenía en su domicilio. Nadie sabía nada de su doble vida.

Ayer, Fernando C. pasó a disposición judicial e ingresó en prisión. Terminaban así once meses de intensa investigación.

El segundo caso tras Pedralba en el que la Guardia Civil traza un perfil del criminal

La identificación del presunto violador de las ocho prostitutas -los investigadores creen que puede haber más mujeres que no han denunciado e incluso algún intento fallido- a partir, entre otros elementos, del perfil geocriminal no es una novedad en la Comandancia de Valencia. Se utilizó por primera vez en el asesinato de Mari Carmen Ortiz, la vecina de Pedralba violada y asesinada por un joven en mayo de 2009 en su casa de Pedralba. En esa ocasión, el perfil cerró el círculo de candidatos y acotó el número de perfiles genéticos aislados por la Guardia Civil. La precisión fue tal, que, cuando fue identificado el presunto autor, se comprobó que era el primero de esa lista. En esta ocasión, el trabajo del especialista ha consistido en delimitar el perfil a partir de lo que recuerdan las víctimas -cómo hablaba, qué contaba, grado de violencia, objetos del interior del coche, etc...-, así como del estudio del terreno -dónde las recogía, dónde las dejaba, vías de entrada y salida,...-. El peor escollo, la ausencia absoluta de un patrón de conducta y el tiempo transcurrido entre unas violaciones y otras. t.d