A Franky, uno de los narcos españoles más buscados, se lo tragó la tierra. Hasta el 18 de septiembre de 2006, que fue cuando la policía lo detuvo en las inmediaciones de su mansión-búnker de Pedreguer. Conducía una monovolumen en la que iban también su exesposa María Isabel García Dapena, sus dos hijos pequeños y sus padres. Así acabaron sus 14 años de fugitivo en los que llegó a operarse las huellas dactilares de las manos y se las cambió por las de los pies. En esos 14 años de huir y esconderse, Francisco Javier Martínez San Millán, Franky, montó un entramado para blanquear la fortuna que amasó con el narcotráfico. A través de testaferros compró fincas valoradas en más de cuatro millones de euros. Cuando lo arrestaron, también le requisaron joyas tasadas en 525.497 euros.

El lunes Franky volverá a sentarse en el banquillo de los acusados. Esta vez el juicio es en la Audiencia de Alicante. El Fiscal le pide por un delito de blanqueo de capitales seis años de cárcel y una multa de 4.211.901 euros.

En esta causa también están procesados la exesposa del narco, María Isabel García Dapena; los dos testaferros que a través de la sociedad fantasma LOC SEA, S. L., adquirieron las fincas (José Ramón Fernández Regal y Elianne Amarín Alves), y José Francisco Silván Gullón, que era el propietario del monovolumen que conducía Franky y que le facilitó la documentación para ponerlo a nombre de Gustavo Rey Fernández, la identidad falsa que entonces gastaba el narco. Para todos ellos el Fiscal solicita una pena de cuatro años de prisión.

Franky huyó el 27 de septiembre de 1994, justo la víspera de que la Audiencia Nacional le comunicara la condena de 11 años de prisión por la operación Nécora. Sus jefes y maestros habían sido Laureano Oubiña y Manuel Charlín, los capos del narcotráfico gallego.

Desapareció de la faz de la tierra. En Pedreguer encontró el escondrijo casi perfecto. Se operó las huellas dactilares y se convirtió en Gustavo Adolfo Rey Fernández, un ciudadano anónimo y sin pasado; también sin actividad laboral conocida. A través de José Ramón Fernández Regal, un camarero en paro que, de repente, empezó a manejar grandes sumas de dinero, compró la finca de secano de la partida Campell de Pedreguer. Construyó una mansión de piedra valorada en tres millones de euros. Ese testaferro compró por 75.126 euros todas las participaciones de LOC SEA, S. L.

Luego entró en el accionariado Elianne Amarín Alves y el capital de la empresa creció a 217.465 euros. La nueva socia aportó tres fincas de Vilaseca-Salou (Tarragona) y otra de Reus, valoradas ahora en 599.911 euros. La mansión de Pedreguer también se incluyó. Pero el dinero del narcotráfico todavía dio para más. La exesposa de Franky, sin acreditar ingresos, adquirió inmuebles tasados en 1.897.008 euros. En el registro de la casona de piedra de Pedreguer, la policía halló libros contables y de registros en los que el narco recogía con todo detalle cómo levantaba desde su madriguera un imperio.