Después de meses de "sequía", los servicios de control de la Guardia Civil y de la Dirección Adjunta de Vigilancia Aduanera (Dava) han logrado interceptar en el puerto de Valencia un envío de 240 kilos de cocaína camuflados en un contenedor destinado a una empresa de Barcelona. De momento, no se han producido detenciones porque nadie acudió en busca de la droga.

Se trata, con diferencia, del mayor cargamento de cocaína aprehendido en Valencia en muchos meses. Y una vez más, ha sido introducido mediante la técnica del gancho perdido, esto es, introduciendo la droga en un envío comercial real y ajeno a las redes del narcotráfico.

Para ello, los traficantes introducen la droga en el puerto de origen dentro de mochilas y precintan el contenedor. Una vez llegan al puerto de destino, cuentan con colaboradores que abren ese contenedor, recuperan las bolsas con la cocaína y colocan un nuevo precinto igual al anterior, operación que deben hacer mientras el contenedor espera a ser recogido para continuar su trayecto hacia la empresa importadora.

En esta ocasión, se cree que la droga fue introducida en el puerto de origen inicial, una vez más el de El Callao, en Perú. Un elevado porcentaje de los ganchos perdidos que llegan a Valencia -y a otros puertos españoles- proceden de esa ciudad marítima del Pacífico, lo que significa que los narcos han conseguido crear un fuerte grupo de colaboradores dispuestos a meter las mochilas en los contenedores que van hacia Europa a cambio de una generosa recompensa.

Según la información a la que ha tenido acceso Levante-EMV, los 240 kilos de cocaína, distribuidos en siete bolsas de deporte grandes, habían sido introducidas en un contenedor que traía elementos de aluminio para una empresa radicada en Barcelona y que desconocía que estaba siendo utilizada por una red de narcotraficantes.

La droga fue descubierta mediante los controles y análisis habituales sobre las mercancías que llegan al puerto de Valencia el pasado día 18. Dos días después, el pasado 20, agentes de la Guardia Civil y de Aduanas entregaban en el juzgado de guardia de Valencia la droga interceptada dentro del contenedor, que continuó viaje hacia su destino, en Barcelona.

Pese a que el contenedor fue vigilado, tanto en Valencia como a su llegada a la Ciudad Condal, nadie acudió en busca de la cocaína, seguramente porque las redes de informadores de los narcos funcionaron adecuadamente y contaron a la organización que el cargamento había sido detectado e intervenido por agentes de la Oficina de Análisis e Investigación Fiscal (Odaifi) de la Guardia Civil y por la Unidad de Análisis de Riesgos (UAR) de Aduanas, dependiente de la Agencia Tributaria.