Los vecinos de la pequeña localidad requenense de El Pontón todavía no pueden creerse que el autor del crimen ocurrido en la aldea vecina de El Azagador sea uno de los suyos, Emilio, un tranquilo hombre de 60 años al que "nunca hemos visto discutir con nadie", asegura Valeria, dueña del bar donde cada día iba el ahora arrestado por matar al novio de su hija, Vasile Pohaidac. Precisamente era frecuente verlos a ambos juntos y en compañía de un pastor amigo de éstos conversando y tomando alguna bebida sin alcohol en dicho local.

Parece ser que la relación de amistad de éstos cambió cuando Vasile inició el pasado verano una relación sentimental con la hija pequeña de Emilio, de unos treinta años. Fuentes cercanas a la familia del fallecido aseguran que el presunto homicida no aprobaba dicha relación y ya le había pedido en varias ocasiones tanto a su hija como a él que cortaran.

El propio detenido confesó en su declaración ante la Guardia Civil haber disparado contra el novio de su hija porque no quería que estuvieran juntos. Así, el miércoles a medianoche se presentó armado con una escopeta de postas en la vivienda de El Azagador donde residía Vasile Pohaidac, y sin mediar palabra le disparó a través de la cortina de tela de la puerta cuando éste le abrió confiado. A la mañana siguiente un compañero de trabajo encontró el cadáver y, tan sólo unas horas después, el presunto homicida era detenido por la Guardia Civil, como informó ayer en exclusiva Levante-EMV.

"No me lo puedo creer, mi hermano no se merecía algo así, era muy buena persona, pregúntale a quien quieras", asegura con rabia contenida Amalia, hermana de Vasile. Respecto al móvil del crimen, la mujer lo tiene claro. "No quería que mi hermano estuviera con ella, se ve que quería buscarle un príncipe o un empresario", afirma dolida.

Los conocidos de Emilio aseguran que no es una persona racista y no creen que la nacionalidad de Vasile influyera en que éste no le quisiera como yerno. Además, la pareja de su hija mayor también es extranjero, de origen marroquí. "Puede que no fuera racista de cara a la gente, de lejos, pero de cerca no quería tener a un rumano en su familia", asegura la hermana del fallecido.

La vida en El Pontón

Emilio, que está prejubilado pero sigue haciendo algún que otro trabajillo en las viñas o ayudando a un pastor amigo suyo, vive junto a su hija pequeña en una casita en El Pontón. Aunque no está separado de su mujer, ésta reside en Manises y sube los fines de semana para estar con él en compañía de sus otros dos hijos.

"Él estaba más a gusto aquí que en Valencia", afirma Alberto, un conocido. "Era como si fuera de la familia, casi todos los días venía aquí y se tomaba un cortado, nos traía caldereta o nos ayudaba a encender el fuego", explica Valeria, propietaria del bar La Brasa. De buena mañana, incluso antes de abrir, Emilio ya estaba en la puerta esperando para entrar. "Decía que a las cuatro se despertaba y ya no podía dormir", apuntó un trabajador del restaurante, quien solía verlo con un pastor amigo suyo y el propio Vasile, su víctima. De hecho, cuando el jueves por la mañana corrió la noticia del crimen en El Azagador, vecinos de El Pontón pensaron en avisar a Emilio para decirle que su "amigo" había muerto, reconocen. "Pero si siempre estaban juntos", asegura Germán, amigo de Emilio. "Le compraba hasta el pan", comenta otra vecina.

No obstante, los familiares del fallecido sostienen que esa amistad dejó de serlo cuando Emilio se enteró que Vasile había iniciado una relación con su hija Mónica. Su cuñado ya le había aconsejado que se plantara y le dejara claro que iba a seguir con su hija quisiera él o no, pero éste le manifestó que tenía que tener cuidado con Emilio, aficionado a la caza, porque "tiene tres escopetas".