Un Policía Local de Xàtiva que en sus ratos libres se convertía en un supuesto agente secreto al más puro 007, con licencia para ligar. Citas secretas en hoteles, máxima discreción, huidas apresuradas en mitad de una conversación o llamadas llenas de misterio. Así actuaba Francisco H. P., de 56 años, para atraer y engatusar a mujeres con el único objetivo de llevárselas a la cama. Sin embargo, lo que empezó como un juego de seducción ha acabado con este falso agente detenido acusado de varios delitos graves como estafa, usurpación de funciones públicas, intrusismo, amenazas y tentativa de abuso sexual. Su error: Haber traspasado el límite de lo que se considera una mentira o farsa para cortejar a una mujer y haber querido sacar provecho económico de su engaño.

Los grupos de Policía Judicial de la Guardia Civil de Gandia y Picassent han puesto fin al complejo embeleco que desde hace más de un año llevaba utilizando esta persona para obtener todo tipo de favores sexuales de mujeres de diferentes edades. Asimismo, también se ha detenido a la pareja sentimental del falso agente secreto, de 45 años y nacionalidad española, acusada de ser la presunta cómplice de éste. Según fuentes de la Benemérita, esta mujer era la encargada de captar a sus posibles víctimas en diferentes localidades de Valencia y Alicante. En total se han esclarecido once casos, aunque no se descarta que haya más mujeres que hayan podido ser víctimas de este falso espía pero que hayan preferido no denunciar lo ocurrido. Varias de las afectadas son vecinas de Bellreguard y pertenecen al entorno de amigas de la propia detenida.

El arrestado simulaba ser un mando de una agencia secreta en misión internacional en España y prometía a sus víctimas un puesto como agentes secretas, remunerado con un sueldo de 1.900 euros mensuales, si superaban una serie de difíciles pruebas que incluían favores sexuales y la entrega de dinero y joyas. Como era obvio, las mujeres debían guardar extremo secreto sobre estas actividades, ya que les aseguraba que sus vidas corrían peligro. Para dar mayor credibilidad a su papel de agente secreto el acusado mostraba a sus víctimas armas, diferentes dispositivos electrónicos, fotografías e insignias militares. Los agentes le intervinieron en el registro de su domicilio cinco armas simuladas y tres de fuego real, así como indumentaria y aparatos de telecomunicaciones.

El falso espía alegó ante el juez que no había hecho nada malo y que todo era pura «fantasía» que gustaba a las mujeres.