Una de las personas que mejor conoce, o creía conocer, a Juan Carlos Aguilar, el falso monje "shaolín" acusado de dos asesinatos, declaró ayer en el Juzgado de Instrucción número 3 de Bilbao como testigo en la causa abierta tras su detención a principios de junio. La mujer que compartió con él una extraña relación sentimental durante cerca de quince años relató ante el juez algunas de las excentricidades y actos de sadismo protagonizados por éste en su presencia, como el hecho de fotografiarla con los ojos vendados junto al cadáver de Jenny Sofía Rebollo, una de sus dos víctimas mortales.

Este repugnante episodio se produjo a finales de mayo poco después de que el asesino acabara con la vida de esta mujer colombiana de 40 años, cuyo cadáver fue encontrado descuartizado y metido en bolsas de plástico durante el registro de su gimnasio Zen4 de Bilbao. Según la declaración de esta testigo, que padece una hemiplejia, Juan Carlos Aguilar le hizo vendarse los ojos y comenzó a realizarle varias fotografías, sin que ella supiera que a su lado reposaba el cuerpo sin vida de una de sus víctimas. Incluso le acercó la mano y le hizo tocar el cadáver, preguntándole qué sentía, dentro de este juego propio de un psicópata sin ningún tipo de cortapisas morales.

La Ertzaintza encontró pruebas fotográficas que corroboran el testimonio de la expareja del presunto asesino entre el material audiovisual incautado al falso "shaolín". Además, también hallaron muchas más imágenes con mujeres de origen extranjero, con las cuales habría mantenido relaciones sexuales y conductas violentas. En algunos de los casos se aprecia que sus víctimas podían estar bajo la influencia de algún tipo de narcótico, dormidas o inconscientes.

En un primer momento se sospechó que el acusado podría haber cometido más crímenes, aunque este aspecto ha sido prácticamente descartado al identificar y localizar con vida a todas las mujeres que aparecían en las fotografías. El supuesto "maestro shaolín", como hacía llamarse el acusado, fue arrestado el pasado 2 de junio después de propinar una brutal paliza a Maureen Ada Otuya, una nigeriana de 29 años, hasta dejarla en coma. La mujer falleció días después en el hospital.

La expareja del presunto asesino también relató ayer cómo éste le insultaba y pegaba con frecuencia. A raiz de este testimonio la juez podría abrir diligencias contra el acusado por un delito de maltrato y vejaciones injustas.