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Investigación

El asesino de Llíria abandonó el coche de la víctima en la Vall d´Uixó tras el crimen

El vehículo de Miguel Veses fue encontrado en el municipio castellonense horas antes de hallar el cadáver

El asesino de Llíria abandonó el coche de la víctima en la Vall d´Uixó tras el crimen

El vehículo de Miguel Veses, el hombre de 56 años asesinado en su chalé de Llíria, se ha convertido en el principal hilo del que tirar por los investigadores para tratar de dilucidar quién o quiénes acabaron con la vida de «el Pelailla», como era conocido por todos el fallecido. El coche, un Mercedes de color azul oscuro y con matrícula de Cuenca, fue encontrado la misma mañana del hallazgo del cadáver en la Vall d´Uixó, a unos 60 kilómetros del lugar donde Miguel fue encontrado muerto, atado de pies y manos con un cable de la luz, en el suelo del comedor de su casa, con golpes por todo el cuerpo. Se sospecha que el autor o autores del asesinato huyeron en el vehículo de su víctima tras cometer el crimen y lo dejaron abandonado en el municipio castellonense.

Allí lo encontró una patrulla de la policía, al estar mal estacionado, quien debió de hallar algún indicio sospechoso, ya que telefoneó inmediatamente a la madre de Miguel. Al mismo tiempo, el hijo del fallecido, que había quedado con su padre y unos amigos para almorzar en un bar de Llíria, trataba de contactar por teléfono con éste sin obtener resultado: «El teléfono marcado no se encuentra disponible en este momento».

Uno de los amigos con los que había quedado el «Pelailla» esa mañana asegura que ese mismo día vio el coche de éste estacionado en la calle San José de Llíria a las ocho de la mañana, cerca de una cochera de su propiedad y del bajo donde hace dos décadas su familia regentaba el horno que dio pie al apodo de su padre y del ahora fallecido. Actualmente Miguel tenía arrendado el mismo a un conocido, quien lo había rehabilitado como vivienda.

Fue precisamente esa persona quien acudió junto con el hijo del «Pelailla» al chalé de éste, en la urbanización San Miguel de Llíria, temiendo que algo podía haberle ocurrido. El hecho de que no se hubiera presentado al almuerzo esa mañana y de que la policía hubiera hallado su vehículo en la Vall d´Uixó, a tanta distancia de su casa y sin rastro de él, no auguraban nada bueno.

Así, en torno a las dos del mediodía entraron en la casa y tendido en el suelo del comedor hallaron el cuerpo sin vida de Miguel. El hombre, de 56 años, estaba semidesnudo de cintura para abajo y atado de pies y manos. Según ha podido saber este periódico, el asesino u asesinos, ya que no se descarta la participación de varias personas, utilizaron cable de la luz para atar a su víctima, que además de los golpes en la cabeza y la cara presentaba señales de asfixia por sofocación, aunque será el resultado definitivo de la autopsia el que confirme si fue ésta la causa de la muerte.

Asimismo, la casa estaba revuelta, por lo que se investiga si los autores pretendían robar o simplemente se vieron abocados a registrar el domicilio una vez que Miguel falleció mientras era torturado para sonsacarle dónde guardaba el dinero que buscaban.

Además la puerta no estaba forzada, lo que hace pensar que o bien la víctima conocía a sus agresores o éstos entraron a través del chalé del vecino, que se encuentra residiendo en el extranjero. «Debían de ser más de uno porque el Pelailla era corpulento; pesaba más de 100 kilos», apuntó un amigo de la víctima. Aunque una de las líneas de investigación que se barajan sea una venganza por deudas, sus allegados sostienen que «si las hubiera tenido, habría vendido alguna de sus muchas propiedades».

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