Dos chicas de 17 y 18 años perdieron ayer la vida en Zaragoza al saltar juntas desde la azotea del Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporánea (IAAC) Pablo Serrano de Zaragoza. La caída equivale a unos seis o siete pisos de altura. Las jóvenes murieron en el acto y, al parecer, consiguieron acceder a la azotea tras comprar el correspondiente tique de entrada al edificio público. La Policía Nacional está investigando en el entorno de las chicas para averiguar cuál fue la razón por la que decidieron quitarse la vida en una acción conjunta.

Además, agentes de la Policía Científica de la Jefatura Superior de Policía en Aragón realizaron una minuciosa inspección ocular tanto en la azotea como en el lugar del impacto, un patio interior de la zona trasera del edificio.

El inmueble, cuyo titular es el Gobierno de Aragón, fue inmediatamente cerrado al público para facilitar las labores tanto de la Policía Científica como del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Zaragoza, cuyos agentes deberán instruir el atestado policial del que ya han empezado a dar cuenta al Juzgado de Guardia de la capital maña.

Fue a las 17.17 horas de ayer, miércoles, cuando los bomberos recibieron una llamada del 112 donde en la que una vecina alertaba de que «estaba viendo unos cuerpos en el suelo del patio interior». Al parecer, la mujer escuchó el fuerte estruendo del impacto de los dos cuerpos y se asomó a su ventana, momento en que vio los cadáveres.

Hasta el lugar se desplazaron dos vehículos de mando de Bomberos, una ambulancia UVI y una autoescalera, que se instaló entre las calles Doctor Fleming y Paseo de María Agustín, ya que el patio interior donde cayeron las dos chicas dista unos dos pisos de altura del suelo.

Al cierre de esta edición no había trascendido la identidad de las chicas ni la relación entre ellas, si eran amigas, compañeras de clase o si se habían conocido a través de internet o de alguna red social. De hecho, la Policía Nacional ya ha solicitado al juez de guardia un mandamiento para poder registrar sus domicilios, concretamente sus dormitorios, y sus ordenadores, móviles y dispositivos electrónicos en general con el fin de encontrar respuestas a lo que aparenta un doble suicidio.