Tras diecisiete meses de pesquisas baldías, la sección primera de la Audiencia de Valencia ha decidido archivar la investigación por el asesinato de María Luisa Reig Nolasco en su vivienda de Albalat dels Tarongers en junio de 2011. Según el auto de sobreseimiento provisional de la instrucción, al que ha tenido acceso Levante-EMV, «los indicios» que permitieron reabrir la causa «no se han consolidado por la instrucción practicada y, en cambio, han perdido solidez hasta el punto de perder la calidad de indiciarias» que, si existieran, sí que «justificaría la continuación del procedimiento».
La causa se reabrió en noviembre de 2013, por orden de la Audiencia, para que se investigara una agresión anterior del ex novio de la víctima, Antonio G. V., que fue detenido junto al hijo mayor de la fallecida, Pedro M. R., como principales sospechosos de la muerte y descuartizamiento de María Luisa, que tenía 59 años cuando fue asesinada. Los tres hijos menores de la fallecida y un hermano de Maria Luisa han luchado a base de recursos para que la investigación no cayera en el olvido. Pero los indicios que permitieron la reapertura «han quedado desdibujados». No hay datos que permitan confirmar que el vehículo de Antonio G. V. fuera visto alrededor de la casa de la fallecida. El hecho de que los imputados no puedan aclarar dónde estaban en la fecha del suceso, recuerda la Audiencia, «no puede servir de indicio cuando no constan elementos indiciarios que corroboren su participación en el hecho». Y la agresión anterior a María Luisa también se sobreseyó, por lo que la Audiencia archiva la causa que, no obstante, podría reabrirse si surgieran datos nuevos.
María Luisa Reig Nolasco fue asesinada el 1 de junio de 2011 en su chalé de la urbanización Corral Blanco, en Albalat dels Tarongers.
Apenas mes y medio más tarde, el grupo de Homicidios de la Guardia Civil detenía al exnovio de la víctima, Antonio G. V., y al hijo mayor de aquélla, Pedro M. R., como supuestos autores de la muerte de María Luisa. El cuerpo de la mujer fue descuartizado y quemado, según prueba el único resto de la fallecida hallado: un fragmento óseo —parte del omóplato y de la base del cráneo— completamente calcinado, hallado precisamente en la única estancia de la vivienda que ardió.
