Sus víctimas eran siempre personas de avanzada edad, algunas de más de 90 años, a las cuales les era sustraído el dinero de sus cuentas corrientes después de que miembros del grupo delictivo les hubiesen robado previamente las tarjetas bancarias. Desde el 2011 se les imputa más de 120 estafas llevadas a cabo por todo el país.

La «siembra» consiste en que uno de los detenidos selecciona la víctima y se sitúa a su espalda observando cómo introduce el número secreto. Posteriormente, justo antes de que el cajero expulse la tarjeta, desvía la atención de la víctima haciéndole ver que se le ha caído algo, normalmente dinero, mientras que un segundo miembro del grupo, por el lado contrario, da el cambiazo a la tarjeta que se encontraba en el cajero por otra de iguales características.