El robo de elementos eclesiásticos se ha convertido de un tiempo a esta parte en un botín muy codiciado por los amigos de lo ajeno. De hecho, en poco más de un mes se han producido hasta tres robos en iglesias de Valencia donde los delincuentes se apoderan de cálices y formas sagradas ya bendecidas. En el último de estos actos sacrílegos, ocurrido en la Casa Natalicia de San Vicente Ferrer, el presunto ladrón fue sorprendido por un sacerdote y acabó finalmente siendo arrestado por la Policía Nacional. En el bolsillo trasero del pantalón portaba dos recipientes dorados con las hostias ya consagradas.

Aunque en primer momento se pensaba que estos delitos, de los que ha ido informando regularmente Levante-EMV, podrían estar relacionados entre sí y se temía que detrás de ellos hubiera algún oscuro fin para ser utilizados en ritos satánicos, las fuentes consultadas por este periódico aseguraron que el detenido no guarda vinculación alguna con los dos anteriores robos.

«Solo quería dormir»

El joven, de 26 años y nacionalidad marroquí, fue arrestado en la madrugada del pasado jueves minutos después de huir tras ser sorprendido robando en la capilla donde nació San Vicente Ferrer. Al parecer, el ladrón había accedido al interior de la iglesia, que también es residencia de los sacerdotes, a través de un andamio situado en la calle del Pouet de Sant Vicent. Uno de los curas se levantó a tomarse su medicación y se percató de que las puertas del patio superior estaban abiertas. Al subir la terraza descubrió al sospechoso con varios objetos, entre ellos un televisor y un ventilador. El joven se justificó diciendo que «solo quería dormir» y se marchó por donde había venido.

No obstante, no se iba con las manos vacías, escondido en el pantalón se llevaba dos recipientes dorados de gran valor con las formas sagradas ya bendecidas.

Agentes de la Policía Nacional, que acudieron al lugar tras ser alertados por el sacerdote, localizaron poco después a un joven cuya descripción coincidía con la del sospechoso en una parada de autobús de la plaza Tetuán. Tras cachearlo recuperaron los dos cálices que había sustraído del interior de la capilla, y que ya han sido devueltos a la iglesia. Además, el presunto ladrón portaba 415 euros en billetes, según apuntaron fuentes policiales.

El detenido, sin antecedentes policiales, fue puesto a disposición judicial. Tras acogerse a su derecho a no declarar y por lo tanto sin llegar a aclarar los motivos de su supuesto robo, el joven fue puesto en libertad a la espera de juicio. Su sacrilegio podría costarle caro. La fiscalía solicita para él una pena de cuatro años de prisión por un delito de robo con fuerza en las cosas en casa habitada, ya que la iglesia a la que accedió es la residencia habitual de los sacerdotes.