El asalto violento que el lunes por la noche terminó con la agresión de una maestra jubilada en la urbanización de Playamonte, en Navarrés, no es el primero de los perpetrados por una banda organizada cuyo rastro persiguen los investigadores por su vinculación con otros robos en domicilios. La misma noche, poco antes de irrumpir en casa de Guadalupe, los tres encapuchados burlaron el acceso de otro chalé ubicado en una calle contigua, a escasos metros, y amenazaron con un cuchillo a su propietario, un ciudadano de origen inglés, también jubilado y, en este caso, viudo.

El desenlace de los hechos, sin embargo, no pudo ser más opuesto. El inquilino, muy asustado tras el sobresalto, indicó a los intrusos que padecía de problemas de pulmón y que le faltaba el aire para respirar y éstos reaccionaron pidiéndole que se calmara y se sentara en la cama del dormitorio. «Les dije donde tenía el dinero y las joyas, como me pidieron. No quería violencia». David no quiso ayer ahondar en más detalles sobre lo ocurrido. «Ahora solo quiero olvidar», zanjó a este diario.

Mientras la Policía Judicial sigue recopilando datos en la urbanización, Guadalupe se recupera de las heridas sufridas en la cara y el costado y hoy podría recibir el alta del hospital. El suceso ha despertado gran alarma entre el vecindario. La urbanización registró en marzo de 2014 una oleada de robos que obligó a la Junta Local de Seguridad a coordinar una patrulla de la Guardia Civil y aumentar la vigilancia nocturna. Los responsables de aquellos asaltos, que se saldaban sin daños físicos, fueron detenidos. Pero los sucesos del lunes, inéditos hasta la fecha, han supuesto la gota que colma el vaso. El hecho de cometer el atraco a horas a las que los residentes aún están despiertos „sobre las diez de la noche„, el objetivo „jubilados desprotegidos„y tanta violencia, asusta.

«Hay muy poca vigilancia policial y se nota el miedo en la gente. Esa noche yo había estado sola y podía haberme pasado a mí», apunta Concepción Berlanga, vecina de Playamonte y ama de casa. «Mi hija está asustada y mi yerno no para de llamar para comprobar que todo está bien», añade. Antonio, un vecino de origen francés, corrobora esa sensación de «preocupación» y la «inseguridad». La urbanización se encuentra alejada del núcleo urbano de Navarrés, el número de agentes de policía en la localidad ha mermado mucho, las patrullas tardan en llegar y la ausencia de alumbrado en las calles por la noche no ayuda. «Estamos totalmente desprotegidos», sentencia otro residente.