La arrestada se apropió de diversas joyas, cuyo valor asciende a unos 10.000 euros y utilizó la excusa de recabar firmas para la operación de una niña enferma para colarse en las casas.

Tras colarse en los domicilios con el permiso de los dueños, pedía ir al baño y cuando el propietario o propietaria de ésta accedía, aprovechaba para sustraer las joyas. Las averiguaciones se iniciaron al tener conocimiento de un primer hurto en un domicilio de Valencia en el que habían desaparecido una serie de joyas valoradas en unos 6.000 euros, entre las que se encontraban seis alianzas y siete pares de pendientes de oro.

En el primer hurto, el propietario de la vivienda se sentó a esperar a que saliera del baño y al percatarse de que tardaba mucho, se levantó y la sorprendió en la habitación de matrimonio.