«Tenía pánico a su marido». Así era la relación de Elvira Maldonado con el padre de su único hijo, más aún desde que hacía meses, tras años soportando el carácter violento de éste, decidió refugiarse en casa de sus padres, en Llíria, después de sufrir una brutal paliza en el domicilio que compartían en el barrio valenciano de la Fuensanta. El terror a su compañero era tal que ni tan siquiera se atrevió a denunciarlo y trató de justificar lo sucedido como una caída accidental por las escaleras.

Con 40 años se casó con Leonardo, el que finalmente se ha convertido en su verdugo. Ya estando embarazada trató de separarse de él por lo violento que era, y éste se presentó armado con una pistola obligándola a volver a su lado. «No ha conocido a otro varón y él la tenía dominada por la fuerza», asegura una amiga.

A sus 46 años, Elvira se ganaba la vida, junto a su madre también asesinada, vendiendo ropa de mujer en un puesto del mercado ambulante cada jueves en la plaza Mayor de Llíria. Todos los que la conocieron la describen como un verdadero «trozo de pan» de lo buena que era. «No hablaba por no pecar». Asimismo destacan lo buena madre que era. «Vivía por y para su hijo de tres años». «Siempre estaba en el parque con él, estaban muy unidos, es una desgracia, y encima el niño lo vio todo», se lamentaba Lidia.

Era precisamente el pequeño lo único que la unía a esta relación que poco a poco quería dejar atrás, pese a la oposición de su maltratador, quien ya le había amenazado con matarla si no volvía con él. De hecho, a principios de abril, cuando el juez ordenó la medida de alejamiento después de la brutal agresión en la que Leonardo le rompió varias costillas, éste se presentó en Llíria en casa de sus padres amenazándola de muerte y llevándose por la fuerza al pequeño.

Aunque Elvira le había reconocido a sus amigas que no quería encontrarse con el padre del niño y presunto maltratador, sus familiares aseguran que «jamás le negó ver al niño».