Una amiga de Elvira, con quien compartía confidencias ya que ambas eran víctimas de la violencia machista y contaban con sendas ordenes de protección de sus respectivos maridos, asegura que el mismo viernes, apenas dos días antes del crimen, ésta le confesó que tenía miedo de que su expareja y padre de su único hijo hiciera una locura ya que había vuelto a amenazarla y esta vez «parece que iba en serio». «Le dijo que si no volvía con él la iba a matar a ella y a su madre, como así lo ha hecho», afirma Raquel, nombre ficticio para preservar su anonimato ya que ésta vive también atemorizada por su excompañero sentimental desde hace cinco años y quien recientemente ha salido de prisión.

«Nos entendíamos mucho porque estábamos pasando por la misma situación», explica esta víctima de malos tratos. «Que suerte tienes, me decía, porque mi exmarido no podía ver al niño y ella en cambio tenía que seguir teniendo trato con él por el pequeño», confiesa. Aunque era la abuela paterna quien se hacía cargo de hacerle entrega y recoger al menor cada vez que se tenía que quedar con su padre.

Asimismo, Raquel cuenta con un teléfono de teleasistencia «por si mi exmarido incumple la orden de alejamiento y ella no», remarca, aunque asegura que por desgracia eso no le asegura poder vivir o no. «Y si no te da tiempo a pulsar, si se acerca y te dispara de que avisas ya te ha matado», lamentaba esta amiga de Elvira.

Por su parte, vecinos de la calle Valencia de Llíria donde se produjo el doble crimen y que presenciaron la huida del sospechoso relataron lo ocurrido. «Estaba viendo una película y he escuchado los disparos, pensé que eran dos petardos», asegura Xavi, quien vio cómo el presunto asesino huía detrás de un coche como si quisiera alcanzarlo y al ver que se iba sin él emprendía la huida a pie. «La chica intentó cruzar la calle cogiéndose el vientre como pudo y en medio de la calzada se desplomó», relata Fina. Antes de correr las cortinas presa del pánico pudo ver cómo una joven bajaba del coche para socorrerlas.