«Mi padre ha salido e igual no vuelve». Esa fue la frase que pronunció el sospechoso a los agentes cuando le preguntaron por su progenitor la primera vez que acuden al domicilio. En el interior de la vivienda se encontraba ya sin vida Fernando Cuenca. El fallecido hubiera cumplido el próximo 28 de noviembre 72 años.

La víctima era conocido en Gilet como Fernando el Taxista, dada su profesión. En los últimos meses su salud se había resentido a consecuencia del tratamiento contra el cáncer al que estaba sometido y que lo «había dejado muy debilitado», aseguraban algunos familiares. Los que le conocían bien afirman que la enfermedad de su hijo era una de sus preocupaciones por lo que decidió llevárselo con él a casa para ocuparse de su situación.

Viudo desde hacía varios años, era una persona muy discreta, amable con sus vecinos, que llevaba una vida tranquila, por lo que su fallecimiento ha consternado a buena parte del pueblo, que despertaba ayer con la sorprendente noticia.

Por su parte, el presunto parricida de Gilet tiene 33 años y trabajaba de camionero, actividad que dejó en el último año para hacerse cargo de su padre. J.C.G. es el menor de tres hermanos y vivía con su padre en un chalé de la urbanización de Sant Esperit, desde que abandonó el centro médico en el que se estaba tratando de los trastornos mentales que sufría. Asimismo también tenía problemas con su adicción al alcohol.