El menor de 7 años hallado muerto el pasado día 5 en un piso de Girona, pero que había fallecido hacía bastante más de un mes, no murió a manos de otra persona, según los primeros datos de la autopsia que le fue practicada ayer. Forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) están ahora a la espera de los resultados de los análisis de todas las muestras, especialmente las toxicológicas y químicas para saber si la muerte le sobrevino por ingestión de algún tipo de fármaco.

Por el momento, y debido también al avanzado estado de descomposición del cuerpo, todavía se desconoce la causa exacta del fallecimiento y lo único claro es que no presentaba señales externas violentas como heridas de arma blanca o golpes. Aunque inicialmente se barajó la posibilidad de que el fallecimiento se hubiera producido hace un mes, los forenses no descartan ahora que ocurriese en septiembre.

El padre, de 39 años, y la madre, de 38, permanecen detenidos y está previsto que hoy comparezcan ante el juez y expliquen por qué no informaron de la muerte de su hijo menor y convivieron con su cadáver durante semanas. Los otros dos hijos del matrimonio, de 12 y 14 años y que están en un centro de acogida tutelados por la Generalitat de Catalunya desde que se descubrieron los hechos, también vivieron con el cuerpo en descomposición de su hermano menor.

Ninguno de los tres estaba escolarizado y, al parecer, recibían clases online desde Estados Unidos, el país de origen de toda la familia.

Buscado por un socio

Por otra parte, ayer se supo que los Mossos d'Esquadra ya habían acudido el día de Nochevieja al dúplex del número 3 de la calle Joan Roca Pinet, del barrio de Sant Pau, donde residía la familia del menor, de nacionalidad estadounidense, aunque no descubrieron el cadáver hasta cinco días más tarde, cuando regresaron con la dueña del inmueble que pidió la intervención de la policía porque llevaban sin pagar el alquiler desde septiembre.

La visita de la policía del 31 de diciembre se produjo a requerimiento del consulado estadounidense en Girona, a quien recurrió un socio del padre „un ingeniero informático que había puesto en marcha una «start up» de telefonía móvil„ por una supuesta deuda económica.

En esa visita, los mossos consiguieron hablar con el padre, quien les dijo que todo estaba correcto, y la policía le instó a llamar al consulado para tranquilizar a la persona que había llamado preocupada, pero no detectaron ninguna anomalía.