Las sospechas iniciales de los investigadores de la Guardia Civil sobre las circunstancias que envolvieron la desaparición y posterior muerte de Javier V. P., el vecino de Benetússer de 40 años asesinado y cuyos restos fueron hallados enterrados en l'Alcúdia, se van confirmando con los primeros resultados de la autopsia. Al parecer, la víctima fue presuntamente ejecutada de al menos un disparo en la cabeza, según ha podido saber este periódico.

Pese al deteriorado estado en el que se encontraba el cadáver, ya en estado esqueletizado debido al tiempo transcurrido desde su muerte —cerca de año y medio—, la necropsia realizada en el Instituto de Medicina Legal (IML) de Valencia ha permitido hallar al menos un orificio en el cráneo de la víctima producido supuestamente por un arma de fuego.

Todo apunta a que la víctima, conocido entre sus amistades como El Balumba, fue ejecutado de un tiro en la cabeza presuntamente efectuado por el principal acusado y único de los tres arrestados que ha ingresado en prisión por estos hechos. Como ya adelantó en exclusiva Levante-EMV, el móvil del crimen no fue otro que un ajuste de cuentas relacionado con desavenencias por una plantación de marihuana. «Dicen que lo mataron por un robo de hierbas», apuntó ya en su día la madre de la víctima.

La forma en que lo mataron y el arma empleada es habitual en este tipo de crímenes entre traficantes. De hecho, desde un primer momento se barajó esta posibilidad dado que el principal sospechoso ya había sido arrestado por ser el presunto cabecilla de un entramado criminal dedicado a la distribución de armas de fuego. En la llamada «Operación Clau», en la que se detuvo a cuatro personas e imputado a tres más, los agentes le intervinieron un subfusil, dos escopetas de cañones recortados y un fusil tipo carabina, según informó la Comandancia de la Guardia Civil.

Desaparecido desde junio de 2014

Francisco Javier V. P., alias «el Balumba», fue visto por última vez a principios de junio de 2014 en Alcàsser, precisamente junto a uno de los ahora arrestados, según relataron sus familiares a este periódico. Días antes ya había abandonado su domicilio de Benetússer y la vivienda que compartía con su novia en Riba-roja, no obstante la denuncia de su desaparición no fue interpuesta hasta el mes de octubre, debido a que su familia se encontraba pasando el verano en Murcia.

La primera en detectar que algo malo le había ocurrido fue su hija de 20 años, a quien solía llamar frecuentemente. La joven preocupada por no saber nada de su padre durante semanas y tras tratar de localizarlo sin éxito, telefoneó a la última compañera sentimental de éste, un mujer boliviana que reside actualmente en Madrid. «Ni te ha llamado ni te llamará, porque ya no puede», le contestó. Su muerte era ya algo evidente.