Una mujer de 73 años, María Santos Gallardo, se convirtió ayer en la primera víctima valenciana del año de la violencia machista -la sexta en España- tras ser degollada por su marido, Emilio B. A., de 77 años, quien se suicidó con el mismo cuchillo de cocina que empleó contra su esposa. Los cuerpos sin vida fueron encontrados unas 14 horas después del crimen por una de las dos hijas del matrimonio, que acudió al domicilio al ver que ninguno respondía a sus llamadas.

El asesinato se produjo en el domicilio conyugal, un piso que ocupa la puerta cuatro del número 15 de la calle Marí Albesa, en el valenciano barrio de Aiora, probablemente pasadas las once de la noche del jueves. La Policía Nacional, que se ha hecho cargo de la investigación, establece la hora a partir del testimonio de una vecina, Rosa, que escuchó una fuerte discusión y que incluso llegó a acercarse a la puerta, pero no llamó a la policía cuando escuchó los gritos de socorro de María.

Fue esa vecina quien, ayer por la mañana, alertó a la hija pequeña del matrimonio porque, cuando de nuevo se acercó a casa de María y Emilio, nadie respondió al timbre ni a sus preguntas. La hija accedió a la vivienda pasada la una y media de la tarde, pero no pudo pasar de la entrada. En el rellano se topó con los cuerpos sin vida y ensangrentados de sus padres. Su madre era la que más cerca estaba de la puerta. En cuestión de minutos la calle fue tomada por agentes de la Policía Local y de la Nacional. El Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 3 de Valencia se hizo cargo del caso. Asimismo, no existen denuncias previas por malos tratos.

A falta de la autopsia, el forense ha estipulado que ambas muertes se produjeron con arma blanca: un cuchillo de cocina que la Policía Científica recogió junto a los cadáveres. María tenía numerosas heridas en la cara, también en los brazos -recibidas cuando trató de defenderse- y, sobre todo, un profundo y letal corte en el cuello. Además, la mujer presentaba también golpes. Su presunto asesino, por su parte, tenía decenas de cortes -muchos de ellos de ensayo- y varias cuchilladas más profundas, al menos una de ellas mortal. El matrimonio era natural de Badajoz, aunque llevaban toda la vida viviendo en Valencia. Dejan dos hijas y dos nietos, de 18 y 14 años. Emilio había trabajado en el Puerto aunque se jubiló joven por una lesión en la espalda.