La noche del 5 de diciembre de 2012 Vasile Pohaidac, un agricultor de 38 años y nacionalidad rumana, fue abatido de dos disparos de escopeta por su amigo y futuro suegro, Emilio H. A., en la pedanía requenense de El Azagador. «Lo maté porque creo que es lo que tenía que hacer», confesó ayer su presunto asesino durante el juicio ante un jurado popular, acorralado por las preguntas de la fiscal. Instantes antes el acusado trató de justificar su acción argumentando que tenía miedo de su víctima por unas supuestas amenazas de muerte de las que hasta hoy no había hablado.

El Ministerio Fiscal, que solicita una pena de 17 años de prisión por un delito de asesinato, y las acusaciones particulares, que piden 20 años de cárcel, lo tienen claro respecto al móvil del crimen. El acusado actuó «llevado por la ofuscación que le producía el hecho de que el fallecido mantuviera una relación sentimental con una de sus hijas, por el hecho de que fuese extranjero —de origen rumano—, lo que le causaba una inmensa repulsa y era incapaz de asumir», detalla en su escrito la Fiscalía. De hecho, el Ministerio Fiscal contempla la circunstancia agravante de la comisión del asesinato «por motivos racistas o de discriminación». Del mismo modo también aprecia la atenuante de «arrebato u obcecación», hecho que no comparten las acusaciones.

El propio acusado confesó durante la vista oral que disparó a su víctima nada más abrirle éste la puerta a través de la cortinilla «para que no le diera tiempo a reaccionar», sin darle posibilidad alguna de defensa. «Si yo no lo hago, él lo hace conmigo y ahora estaría en una caja de pino. Detrás de la puerta tenía dos hachas», trató de justificarse.

Alega miedo insuperable

Aunque la estrategia de la defensa es tratar de lograr una eximente completa por miedo insuperable, y así lo intentó el acusado insistiendo en la peligrosidad de Vasile: «Me dijo que iba a ser mi yerno por las buenas o por las malas. ... Me mataría y se llevaría a mi hija. ... En su país creó que ya mató a alguien. ... Si lo hubiera denunciado yo habría sido la víctima». En un momento dado de su declaración Emilio confesó ante el jurado que si no hubiera estado saliendo con su hija no lo habría matado.

Asimismo, respecto al supuesto móvil xenófobo el acusado remarcó: «Yo no soy racista», a la vez que sacaba a relucir que tiene un yerno argelino y que ha trabajado con todo tipo de extranjeros. Así explicó que no quería que Vasile saliera con su hija, no por su origen rumano, sino por «el pasado que tenía» éste y porque le habían dicho que estaba con ella por una apuesta, así como por los comentarios obscenos que había escuchado. Sin embargo, cuando la fiscal le interrogó sobre unos declaraciones que figuran en la causa respecto a la nacionalidad de su yerno, casado con su otra hija, y la del fallecido, novio de la otra, éste reconoció haber comentado alguna vez a sus amistades que esta vez no iba a permitir que su otra hija se juntara con un extranjero. «Puede que lo dijera», aceptó entre dientes.