El empresario castellonense Pablo Alemany Sogues, de 47 años de edad y padre de dos hijos, es el piloto que falleció el martes en un paraje agreste y muy escarpado de Beas de Segura (Jaén), en plena Sierra de Cazorla, al estrellarse la avioneta de la que era el único ocupante. La aeronave, de la empresa granadina Gesplane, estaba siendo intensamente buscada desde la tarde del martes, tras desaparecer del radar del control aéreo de Sevilla después de que Alemany lanzase un mensaje de socorro y pidiese permiso para realizar un aterrizaje de emergencia en el aeródromo de Beas.

La Guardia Civil encontró pasadas las 9.30 horas de ayer el cuerpo sin vida del castellonense a pocos metros del aparato, cuyos restos aparecieron diseminados en un paraje de difícil acceso, a 1.200 metros de altitud, en una zona conocida como Barranco Catena. Según la información de la Subdelegación del Gobierno en Jaén, el piloto había solicitado al centro de aviación de Almería sobre las seis de la tarde horas del martes permiso para realizar un aterrizaje no programado en el aeródromo El Cornicabral de Beas de Segura, dado que el fuerte viento y las malas condiciones meteorológicas le impedían tomar tierra en el aeropuerto de Granada, al que se dirigía tras haber despegado de Manises a las tres de la tarde.

Control aéreo de Almería se puso en contacto con el de Sevilla , que autorizó la maniobra y alertó al aeródromo de Beas de la llegada en emergencia de un avioneta Cessna 172, con matrícula EC-LSY e indicativo de vuelo GPL-13, por lo que el personal activó el protocolo correspondiente. Dada la escasa visibilidad, incluso llegaron a iluminar la pista con los faros de varios vehículos, pero la aeronave nunca llegó.

A las 18.38, un vecino de Yeste (Albacete), a 80 kilómetros en línea recta de Beas, alertó de una avioneta que volaba muy bajo. Veinte minutos después, a las 19.05, un controlador aéreo de Sevilla trató en vano de hablar con Alemany y a las 19.20 reiteró al aeródromo de Beas que se preparasen para la llegada de la Cessna 172. Un cuarto de hora después, a las 19.35 horas, un pastor de Hueco de Bañares (Orcera) y una vecina de La Puerta de Segura, llamaron al 112 tras escuchar «una fuerte explosión», lo que activó definitivamente el protocolo de búsqueda.

Basándose en el avistamiento y en en la alerta de explosión, así como en las coordenadas facilitadas por el Ministerio de Defensa a partir de la última conversación entre Pablo Alemany y el centro de aviación de Almería, la Guardia Civil pudo acotar a la zona del Barranco Catena el área de rastreo, en el que participaron 50 agentes llegados de distintos puntos de Jaén.

A lo largo de toda la noche, los guardias buscaron por el monte en pésimas condiciones, con lluvia y niebla, y con el soporte aéreo a 8.000 metros de altitud de un avión de rastreo nocturno llegado desde Palma de Mallorca. Pese a los esfuerzos, los restos de la avioneta y del piloto no fueron localizados hasta las nueve y media de la mañana de ayer.