Un hombre acusado de matar a golpes a un discapacitado en silla de ruedas en Sant Joan de Moró (Castelló) en 2014 asegura que su intención no era matarle, sino «asustarle y hacerle un poco de daño», después de que la víctima se negara a pagar la deuda que había contraído con el presunto asesino. Así lo manifestó ayer en la primera sesión del juicio con jurado popular que se celebró en la Audiencia Provincial. La Fiscalía pide una pena de 16 años de prisión por asesinato con la atenuante de confesión, ya que el autor de los hechos se entregó a la Policía Nacional.

Según el relato del acusado, que responde a las iniciales V.M.B.E., la víctima y él eran amigos y convivieron bajo el mismo techo durante una época. Le había prestado 12.000 euros hacía tres años para que pagara a los proveedores del bar que regentaba. El 2 de diciembre de 2014 acudió a su casa, ubicada en una finca rural de Sant Joan de Moró, lejos del casco urbano, para reclamarle la deuda o «al menos parte de ella». Según V.M.B.E., necesitaba el dinero porque se encontraba en una situación de «extrema pobreza», estaba en paro y no tenía para comer ni para pagar las facturas. La víctima se negó a devolverle lo adeudado, pese a que, según el acusado, cobraba 700 euros de ayuda por discapacidad -al tener una pierna amputada- y recibía ingresos por alquilar la finca en la que vivía para celebrar capeas y despedidas de soltero.

Tras la conversación, el presunto agresor salió de la casa y se quedó en una carpa de la parcela, donde pasó dos días «por si veía a su sobrino o a su hermano y comentarles que necesitaba el dinero». El 4 de diciembre por la tarde volvió a entrar en la vivienda del discapacitado para requerirle de nuevo el pago de la deuda, a lo que éste se negó. Tras discutir y tomarse «tres o cuatro cervezas cada uno y media botella de pacharán», el acusado se puso a llorar y la víctima se rió de él. «En ese momento perdí la cabeza, salí de la casa, cogí una barra de hierro que había fuera y entré de nuevo», confesó. Le propinó «dos o tres golpes» en la espalda y en el cuello que le causaron la muerte.

Según su relato, pensaba que sólo estaba inconsciente. Se fue a la cocina a hacerse un bocadillo porque llevaba «dos días sin comer» y cuando volvió al comedor se percató de que ya no respiraba. Esperó toda la noche «sin dormir» hasta que cogió el autobús de las siete de la mañana a Castelló, donde se dirigió a la comisaría de policía a confesar los hechos.