La sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha confirmado la condena a 23 años y nueve meses de prisión para un joven que el 27 de noviembre de 2013 mató de 20 puñaladas a su expareja junto a la estación de El Cabanyal, en Valencia. La chica meses antes había decidido terminar la relación con él, un hecho que el condenado no aceptaba. Junto a la pena de prisión, también se le condenó a indemnizar a los padres de la víctima con 200.000 euros.

De esta forma, el alto tribunal rechaza el recurso interpuesto por el condenado contra la decisión de la Audiencia de Valencia que le impuso esa pena. El joven alegaba que no se había tenido en cuenta su confesión de los hechos y sostenía que con las 20 puñaladas --que afectaron a la víctima en tórax, cara, espalda y cuello-- no se había producido enseñamiento.

Sin embargo, el Alto Tribunal ha decidido mantener la condena ta que considera que sí que se probó que el acusado con su forma de actuar pretendía causar a la víctima un "mayor sufrimiento" y que planeó la acción con "frialdad de ánimo", al esperar escondido su llegada, atacarla de forma sorpresiva con un cuchillo de grandes dimensiones comprado con este fin y "apuñalándola hasta en veinte ocasiones", aunque solo una de las heridas fue mortal.

Por ello, sostiene que la conclusión probatoria del jurado fue "razonable" ya que con cada puñalada "aumentaba el dolor y el sufrimiento de la víctima y continuando en esa forma de actuar hasta el final".

Sobre el segundo argumento, rechaza la existencia de confesión porque el joven, tras la muerte de su expareja, "salió corriendo del lugar de los hechos" y y fue perseguido por un vecino que vio lo ocurrido, lo alcanzó, lo redujo y lo entregó a la Policía, por lo que no se entregó reconociendo el crimen sino que la acción de un tercero fue lo que llevó a su arresto.

Los hechos se remontan a noviembre del año 2013, cuando el joven mató a su expareja tras asestarle un total de 20 puñaladas en la cara, cuello, tórax y espalda. El joven había intentado volver con ella en distintas ocasiones desde que le dejó en agosto de ese año tras unos siete años de noviazgo. En el momento del asesinato la víctima mantenía una relación con otra persona.

Desde entonces ambos fueron teniendo contacto por correo electrónico y por whatssapps, hasta que la relación se deterioró del todo y se encontró "destrozado anímicamente", dijo en el juicio. Así, reconocío que "al no poder con ese dolor y sin estar totalmente en mis cabales, fui andando por la las calles y llegué a una tienda de chinos y compré un cuchillo". Esto fue dos días antes del crimen, el 25 de noviembre.

Asímismo, llamó al instituto de la joven para averiguar su horario. Tras conseguirlo, el día 27 se dirigió hacia allí con el cuchillo y se escondió entre unos coches aparcados en un descampado.

Cuando la joven se dirigía al centro, el condenado la abordó y, guiado por el ánimo de acabar con su vida, sacó repentinamente el cuchillo que llevaba y agarrándola para asegurarse que no se pudiera escapar, empezó a acuchillarla. En total, le causó 26 lesiones, de las cuales 20 fueron provocadas por las cuchilladas.

La víctima, de 26 años, falleció en cuestión de minutos por una hemorragia aguda, y el condenado, tras agredirla, salió corriendo y tiró el cuchillo por el camino. Fue perseguido en su carrera por un vecino que bajó a la calle y consiguió inmovilizarlo, entregándolo seguidamente a la policía.