«¡Socorro, me están violando!», gritaba su mujer, de 48 años, tras conseguir marcar el número memorizado de su marido. «Suelta el teléfono y disfruta del momento», se escuchaba de fondo a través del aparato justo antes de que la llamada se interrumpiera. Los recuerdos le vienen a la cabeza y no puede aguantar la rabia. «Es muy duro escuchar por teléfono cómo dos hombres están violando a tu mujer y no poder hacer nada», asegura Francisco indignado porque los agresores de su esposa, condenados por la Audiencia Provincial de Valencia, todavía no han ingresado en prisión al recurrir la sentencia que les impone doce y seis años de prisión respectivamente.

«La semana pasada hizo cuatro años de aquello. Es una vergüenza que los culpables sigan en la calle y ahora nos han dicho que nos tenemos que esperar otros dos años porque han recurrido al Supremo», se lamentaba el marido de la víctima, vecina de Mislata y cuyo nombre omitimos para preservar su anonimato. «La Justicia tarda mucho depende de para quien. Por robar comida te meten preso y luego violan a una mujer y tienes que esperar años y años para que la sentencia sea firme», criticaba el hombre.

Bajaron la persiana del bar

Los hechos ocurrieron la noche del 19 de febrero de 2012. La víctima entró en un bar de la localidad a comprar tabaco y pidió una consumición. Según los hechos probados en la sentencia de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia, el encargado del establecimiento y un cliente, familiar de éste, aprovechando que se habían ido los demás clientes, a excepción de la mujer, que se encontraba embriagada, bajaron la persiana metálica del bar «para satisfacer sus apetencias sexuales». Así «tumbaron a su víctima sobre una o dos mesas del bar y mientras uno de ellos la agarraba y le tapaba la boca, para que no pudiera defenderse o pedir ayuda, el otro acusado la penetró vaginalmente».

Su marido, que había escuchado a través del teléfono cómo la estaban agrediendo sexualmente, avisó rápidamente a la policía y tras buscar por los alrededores de su domicilio oyó los gritos de auxilio que salían de un bar con la persiana bajada. «Cuando levanté la persiana, estaba uno con el pantalón bajado y ella tirada en el suelo», recuerda Francisco, quien no pudo contener su rabia y soltó un puñetazo a uno de los agresores. La Audiencia ha condenado a doce años de prisión a uno de ellos como autor material y al otro a seis como cooperador necesario.