«Tuve que refugiarme en el balcón hasta que llegaron los bomberos. El humo llenó todo el edificio y no se podía respirar. La gente de los últimos pisos tuvo que subir a la azotea. Esto podía haber sido una tragedia». Así lo contaba con el susto en el cuerpo uno de las docenas de vecinos de uno de los bloques de la conocida como «finca roja», en el barrio del Xenillet de Torrent, y que ayer fue desalojado pasadas las nueve de la mañana por un incendio en una de las viviendas. Muchos de los residentes, entre ellos niños en plena semana de vacaciones por la Pascua, salieron de casa con lo puesto, ya fuera en pijama o con las zapatillas.

El fuego se declaró en un segundo piso por causas desconocidas y se saldó con una docena de personas atendidas por inhalación de humo, de las que cinco „dos mujeres y tres menores„ fueron trasladas al hospital, según fuentes del Centro de Información y Coordinación de Urgencias. También resultaron intoxicados dos de los bomberos que intervenían en el extinción.

Policía Local, Nacional, bomberos y servicios sanitarios tomaron la zona tras el aviso y fueron atendiendo a los afectados mientras que el resto se agolpaba alrededor del edificio, todavía afectados por el incidente. «Me ha despertado mi mujer y no podía ni ponerme las zapatillas. Hemos salido del piso y estaba todo lleno de humo y hemos vuelto para refugiarnos en el balcón que al menos teníamos aire.

Cuando los bomberos han apagado las llamas ya hemos podido bajar», comentaba uno de los residentes del complejo de vivienda públicas que construyó en su día el extinto Instituto Valenciano de la Vivienda (Ivvsa). «Y podía haber sido peor», apuntaba. «Todos tenemos el gas ciudad y eso podía haber explotado», incidía. Los pisos de la última planta, de un total de 22 de todo el inmueble, intentaron subir a la azotea para refugiarse pero se encontraron con las verjas cerradas que impiden el acceso a la terraza.

Tuvo que ser la Policía Local la que, a través de un bloque colindante, rompiera la puerta y permitiera que los vecinos salieran al exterior. «En su día se decidió cerrar la puerta de la terraza con llave para evitar incidentes», explicaba allí mismo el asistente social. Tras la ventilación del edificio y asegurar la zona, los vecinos pudieron volver a sus casas, que no resultaron dañadas.