Aunque no todas las «mulas» cobran lo mismo, la media se sitúa ligeramente por debajo de los 5.000 euros, salario del que a veces se descuentan parte de los gastos del viaje que los narcos contratan para camuflar las verdaderas intenciones del improvisado «turista» -vuelos y estancia-. Hay un riesgo real de rotura de las cápsulas, pero aún es mayor el de acabar en una cárcel suramericana. t. d. valencia