Seis años después y prácticamente con el mismo modus operandi. La joyería De Manuel, ubicada en el número 36 de la calle San Vicente Mártir, en pleno centro de Valencia, volvió a ser desvalijada ayer por unos butroneros que, al igual que hiciese la banda que la asaltó en las Fallas de 2010, accedió a través de la finca contigua. En esta ocasión, sin embargo, no trataron de forzar las cajas fuertes y aprovecharon que no había ni alarmas ni cámaras grabando porque la trastienda de la joyería está en obras.

El asalto fue descubierto por los dueños en plena madrugada de ayer. Cuando llegaron al establecimiento, los ladrones ya no estaban, pero todos los cajones y vitrinas estaban abiertos y vacíos, por lo que se presume que la cuantía del botín será muy elevada. En marzo de 2010, los ladrones se llevaron joyas por valor de un millón de euros.

Al descubrir el robo, los propietarios llamaron a la Policía Nacional, que envió varias dotaciones al lugar, en el que ya no quedaba ni rastro de los cacos.

Según ha podido saber Levante-EMV, los ladrones, al igual que ocurrió hace seis años, accedieron a la joyería a través del primer piso de la finca ubicada a la vuelta de la esquina, en el número 1 de la calle Rumbau, que pertenece al mismo establecimiento. De hecho, esa vivienda es utilizada como almacén y guarda incluso una caja acorazada.

Los dueños de la joyería tienen previsto deshacerse de ese piso, por lo que hace una semana iniciaron obras de reforma para, entre otras cosas, eliminar una escalera de mármol que daba acceso desde la trastienda de la joyería, en la planta baja, a esa vivienda de la primera planta, lo que les evitaba tener que salir a la calle para subir al almacén.

Al parecer, se descolgaron a través de ese agujero que ha quedado al retirar la escalera para llegar a la planta baja y una vez ahí, abrieron un butrón para colarse a la zona de atención al público, donde se encuentran los cajones y las vitrinas.

Precisamente por la existencia de la obras, las alarmas volumétricas estaban desconectadas, circunstancia que posiblemente conocían los ladrones, quienes contaron con otra ventaja: ninguna de las cámaras de la joyería graba, ya que únicamente captan imágenes en tiempo real.

La única cámara de seguridad que, al parecer, sí graba es la instalada por la comunidad de propietarios en el patio de la finca, pero los butroneros también disponían de esa información, ya que, al parecer, se encaramaron a la mesa del portero y la taparon con un trapo que se llevaron con ellos una vez consumado el robo.

Según fuentes vecinales, la puerta de acceso al edificio de la calle Rumbau no estaba forzada, por lo que se cree que disponían de una llave para entrar. Eso sí, la puerta blindada de entrada al piso propiedad de la joyería, que los albañiles dejaron cerrada con un doble cerrojo cuando se fueron el lunes por la tarde, sí estaba violentada.

Un equipo de la Policía Científica examinó minuciosamente tanto el interior de la joyería como de la vivienda, en busca de cualquier vestigio que hayan podido dejar tras de sí los ladrones y que permita identificarlos.