«Siento mucho lo ocurrido, no tenía intención de matarlo, solo íbamos a robar porque no teníamos dinero». Así justificó ayer durante el juicio Ionatan N., de 23 años y nacionalidad rumana, la brutal paliza que él y un compatriota -ya condenado por los mismos hechos- propinaron a un hombre de 53 años en un edificio abandonado de la calle San Vicente de Valencia el 13 de diciembre de 2013. Un mes después la víctima, con un traumatismo torácico y numerosas costillas rotas, fallecía en el hospital.

El acusado reconoció los hechos en la Audiencia Provincial de Valencia y admitió haber matado a su víctima para robarle 20 euros y apoderarse del número «pin» de la tarjeta de crédito, con el que extrajeron 400 euros esa misma noche en un cajero próximo. Así aceptó una pena de quince años de prisión por un delito de homicidio en concurso con el de detención ilegal y robo con violencia. La misma pena le impusieron hace dos años a su cómplice, mientras Ionatan estaba en busca y captura.