Una discusión por unos robos en empresas en los que supuestamente participaron tanto el presunto homicida como su víctima es el detonante del asesinato de Rafael Mira, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado el miércoles junto a un camino rural en Oliva tras la confesión de quien le dio muerte a golpes. Se trata de José Daniel T. P., panadero de Palmera, un pequeño municipio de la Safor, quien contó a la Guardia Civil de Oliva que había matado a un amigo suyo durante una pelea entre ambos, después de que los agentes lo arrestasen en la noche del lunes por saltarse dos controles de tráfico.

Según ha podido saber Levante-EMV de fuentes de toda solvencia, el panadero de Palmera cerró el martes su horno y se fue a una caseta de campo de ese municipio, que Rafael solía utilizar para pernoctar, ya que carecía de domicilio. El hornero pretendía solventar un problema surgido entre ambos a raíz de unos robos en los que habrían participado ambos.

Algunas fuentes dijeron ayer que el origen de ese malestar habría sido la amenaza de Rafael de contar a la Guardia Civil la participación de José Daniel, aunque este diario no ha podido contrastar si esa fue la razón de la disputa o si riñeron por los porcentajes de reparto del botín.

En todo caso, se trata de robos perpetrados en las últimas semanas en distintas empresas. Al menos uno de los asaltos fue cometido en la sede de una conocida empresa de construcción y promoción de viviendas de Oliva, si bien no ha trascendido la cuantía del botín que habrían obtenido.

El encuentro en la caseta acabó en una fortísima discusión que derivó en un pelea, durante la cual José Daniel T. P. habría propinado tal cantidad de golpes a Rafael que acabó provocándole presuntamente la muerte. Al darse cuenta de lo ocurrido, José Daniel cargó el cuerpo en su furgoneta y se dirigió a un punto deshabitado del término de Oliva: el Camí de la Forna. Allí, cerca de la Font de Rubiol, junto a una de las casas diseminadas de ese paraje, dejó abandonado el cadáver y emprendió el regreso a casa.

Sin embargo, los planes se le torcieron. Al llegar a la carretera general, se topó con la Guardia Civil. No supo mantener la calma y trató de huir. Su maniobra evasiva puso en guardia a los agentes, que le dieron el alto, aunque el conductor de la furgoneta hizo caso omiso y escapó. Los agentes alertaron de lo ocurrido y otra patrulla trató de darle el alto, pero de nuevo el hornero de Palmera eludió el coche policial. Sin embargo, no se salió con la suya y fue detenido minutos después.

Nada más pararle, los agentes vieron que tenía manchas de sangre en las manos. Al abrir la furgoneta, encontraron más restos de sangre. Las explicaciones de José Daniel no fueron muy convincentes, de modo que lo detuvieron por saltarse el control y lo llevaron al cuartel de Oliva. Tras pasar la noche en el calabozo, por la mañana decidió confesar que la sangre provenía del cadáver de un amigo suyo al que había matado la noche anterior a golpes durante una pelea entre ambos en una caseta para aperos de campo, en Palmera. También aclaró que se había deshecho del cadáver en el Camí de la Forna de Oliva.

Gracias a esa confesión, la Guardia Civil localizó el cuerpo sin vida de Rafael, que tenía 35 años, al igual que su presunto verdugo. La autopsia ha confirmado que murió por la paliza recibida. El detenido, que ayer se negó a declarar ante la Guardia Civil, según fuentes jurídicas, ha pasado hoy a disposición judicial. El juzgado número 2 de Gandia ha ordenado prisión provisional, comunicada y sin fianza.