Los expertos aseguran que una persona normal puede tolerar sin problemas cerca de veinte picaduras de avispa o abeja por cada kilogramo de masa corporal. Un adulto puede soportar más de 1.000 picaduras, mientras que si se trata de un niño, 500 ya podrían suponer su muerte. En el caso de un anciano, las posibilidades de supervivencia también se reducen. La muerte por el ataque de avispa se produce por un shock anafiláctico (reacción alérgica en la que baja la presión arterial y se cierran las vías aéreas). Si se trata de una persona alérgica al veneno de estos insectos, una simple picadura ya puede ser mortal.