«Al descubrir que era homosexual dos de los acusados cogieron cuchillos de cocina y, sin darle posibilidad alguna de defenderse, le asestaron hasta trece cuchilladas con el ánimo de causarle la muerte por su aversión hacia esta orientación sexual». Ese fue el móvil homófobo y cruel del crimen de Javier Abil Orpegui, el hombre de 44 años asesinado en Gandia en mayo de 2014 y cuyo cadáver fue encontrado descuartizado un mes y medio más tarde en un barranco de Pego.

Los cuatro presuntos implicados en su muerte, todos ellos de nacionalidad lituana, se sentaron ayer en el banquillo de los acusados, ante un jurado popular, en la primera sesión del juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Valencia. El Ministerio Fiscal solicita para los dos presuntos autores materiales del asesinato una pena de 20 y 19 años respectivamente. Asimismo, para los otros dos acusados pide penas de dos años y medio para cada uno por el delito de encubrimiento al entender que no participaron en el asesinato pero sí de forma activa a la hora de deshacerse del cadáver.

Los hechos ocurrieron en la madrugada del 5 de mayo de 2014 cuando la víctima y tres de los acusados, de entre 23 y 31 años, coincidieron en un pub de la playa de Gandia. En un momento dado decidieron marcharse a la vivienda de uno de ellos, situada en la calle Camí Vell del Grao de Gandia, para continuar supuestamente la fiesta allí. Antes pararon a comprar bebida en una gasolinera.

Es a partir de ahí cuando las versiones de la defensa y las acusaciones difieren. Por un lado, el fiscal y los abogados defensores sostienen que el propietario del inmueble se acostó y se encontraba por lo tanto durmiendo cuando se produjo el crimen. No obstante, la acusación particular sostiene que éste también participó en el asesinato.

Según el relato del fiscal, los otros dos acusados y la víctima se quedaron en el salón de la casa. Fue entonces cuando Javier Abil, que era homosexual, «trató de iniciar relaciones con éstos y les realizó tocamientos en las piernas y los genitales».

Pero las intenciones de los acusados eran otras bien distintas. Como castigo y movidos por su aversión hacia los homosexuales, cogieron sendos cuchillos de la cocina y, «sin que el agredido tuviera ocasión de defenderse», le atestaron 13 incisiones en distintas partes del cuerpo que le causaron la muerte. De ahí, que el fiscal aprecie la concurrencia de alevosía. Incluso llegaron a clavarle un cuchillo en la cabeza, que se partió y cuya hoja quedó alojada en el cráneo. Además, se aprecia la agravante de cometer el crimen por motivos de discriminación por la identidad sexual de la víctima.

Los tres acusados presentes en el domicilio contactaron con un cuarto, al que le pidieron que consiguiese un vehículo para trasladar el cadáver. Antes de abandonarlo en un paraje de Pego procedieron a cortarlo en ocho partes que introdujeron en bolsas de plástico para evitar así que fuese descubierto.